Un jiennense con una vida feliz en Bruselas

El cambileño Antonio López García reside en la capital de Bélgica y lleva fuera de España nueve años,

02 oct 2022 / 17:52 H.
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Hace ya nueve años que Antonio López García, que ahora tiene 37, reside en el extranjero. Se estableció directamente en Bruselas, la capital de Bélgica, y allí ha permanecido, salvo un bienio —hasta 2017— que estuvo en Colombia. Este profesional natural de Cambil indica que la primera vez que salió más tiempo de España fue en el curso 2007-2008, cuando viajó a Rumanía como “erasmus”, en una experiencia satisfactoria. “En 2013 empecé a buscar trabajo, al terminé una especie de voluntariado en una organización en Madrid”, dice. Había estudiado Ingeniería Técnica de Telecomunicaciones, especialidad en Sistemas Electrónicos,

“Una prácticas de un año aquí e convirtieron en un contrato fijo. Fue Bruselas como si podía haber sido Singapur”, evoca. El ir a Colombia fue por la relación con la que hoy es su esposa, Linda María Marroquín. Dejó su trabajo, pero en tierras sudamericanas lo encontró en la misma empresa. La estancia fue en una gran urbe, Bogotá.

Después, los dos cónyuges decidieron regresar a Bruselas. Allí llevan una vida feliz. Se trata de la capital de la Unión Europea, con todo lo que eso supone, aunque no se siente como una ciudad grande. De hecho, la capital no llega a 200.000 habitantes, aunque su zona metropolitana ronda los dos millones. “Es más tranquila que Madrid o Barcelona, mejor lo que parece”, afirma el ingeniero cambileño.

Uno de los factores limitantes es la meteorología. Hay que tener la lluvia siempre presente, por lo que los belgas hacen planes con independencia de ese factor. Lo que se nota mucho es que en invierno las horas de sol son mucho menores que en España. Eso sí, cuando el astro aparece todo el mundo se echa a la calle y a los parques para disfrutar de las buenas temperaturas.

Bruselas es un lugar repleto de zonas verdes para pasar el tiempo con amigos o en familia. Además, su ubicación permite ponerse en muy poco tiempo en países cercanos como Holanda, Luxemburgo, Francia o Alemania. “Esto todo muy bien conectado”, razona López. Todo se presta para hacer deporte, en particular para correr, nadar y montar en bicicleta, es decir, el triatlón. Hay piscinas en muchos sitios y la prácticas ausencia de grandes cuestas facilita pedalear. Los parques permiten que no haya que correr entre edificaciones.

Respecto de los belgas, Antonio López considera que son gente amable. Sin embargo no resulta fácil relacionase porque suelen residir en el mismo sitio de toda la vida lo que hace que el círculo de amistades sea muy estable. “No acostumbran a tomar una cerveza después del trabajo ni el fin de semana”, afirma.

Por lo que atañe a la economía, se nota el nivel de vida alto, aunque también los problemas que afectan al resto de Europa. Por ejemplo, la inflación es aún mayor que la española. Es curioso el sistema de tarificación eléctrico, en el que se paga una mensualidad fija y a fin de años se ajustan cuentas, de manera que el usuario puede tener que pagar un extra o se le devuelve dinero. En cuanto a la actividad productiva, la zona de Flandes es más dinámica que la de Valonia. Bruselas es una capital de oportunidades con presencia de empresas de muchos sitios a lo que se suma la existencia de instituciones europeas.

Uno de los aspectos más llamativos, a juicio de García, es el gran parque automovilísticos pues las compañías solían ofrecerlo para atraer empleados y para pagar menos impuestos. Eso genera más tráfico. Los coches híbridos y eléctricos están muy presentes. Bélgica es una nación con una presión fiscal bastante alta, pues los tributos suponen la mitad del sueldo.

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