Reflexión del pregonero de la Semana Santa desde casa

Palabras salidas del corazón que expresan tanto añoranza como esperanza

05 abr 2020 / 16:23 H.
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Hay algunas fechas que están marcadas en rojo en el calendario de muchos cofrades. Una de ellas era la jornada de ayer, en la que el Auditorio del Hospital de Santiago debía acoger el pregón de la Semana Santa 2020, honor que en esta ocasión había recaído en la persona de Antonio Manuel Medina Gómez.

Cita que no hubieran querido perderse ni los hermanos mayores de cada una de las cofradías de Semana Santa ni la ciudadanía en general, así como tampoco lo hubieran hecho los representantes del mundo del carnaval y del atletismo, pues Medina es un hombre inquieto y toca muchos palos. Por ello, sus amigos y compañeros de “fatigas” no hubieran querido perderse este momento.

Pregón que este año arrebató el coronavirus, además de otras muchas cosas más, algunas más duras de superar que otras, porque puede que este año no haya días de Pasión, pero los titulares de las cofradías estarán ahí, y podrán ser visitados en sus respectivos templos. No obstante, serán muchas las vidas humanas las que se queden en el camino, existencias irremplazables.

A pesar de no haber pregón, Medina Gómez hizo una reflexión que compartió con cofrades e internautas en general a través de su blog http://mundomedina.blogspot.com/. El escrito llevaba por título “Abril se ha recogido el pelo”, habla de un mes en el que cientos de personas deberían estar preparándose para estrenar alguna prenda, pues, como dice el refrán, “Domingo de Ramos, quien no estrena no tiene manos”, pero en esta ocasión no habrá estrenos pues en los hogares el ambiente es pesado y rancio. “Las casas solo abren sus ventanas para aplaudir fuerte y llevar el poco ánimo que va quedando a los pasillos de hospitales donde se está batallando fieramente contra la muerte y el espanto”, dice Medina en su texto.

“Hoy —continúa— son nuestros muertos los que nos cogen de la mano, como un padre guía a un niño en las primeras Semanas Santas de la infancia, para enseñarnos qué es lo que ellos ven desde el púlpito del cielo cada vez que un Dios de madera se empieza a morir en nuestras calles. Comienza un viaje sin tiempo ni distancias, a lomos de un vagón oscuro y silencioso, con los ojos cerrados abriendo las puertas del alma, iluminando con todos los recuerdos que se quedaron anclados en la isla de la lonja de la Trinidad, un Domingo de Ramos, enmarcada en el ambiente festivo y jubiloso del primer día de todos los años de todos los que amamos, respiramos y vivimos por y para nuestra Semana de Pasión. Y así, día a día, hasta llegar al Domingo de Resurrección, cientos de cofrades recorrerán mentalmente, a través de sus recuerdos otras Semanas Santas”, afirma. Medina, en su reflexión, indica que los cristianos puede “hacer de cada lamento una sonrisa y de cada caída una oportunidad para levantarse”.

Úbeda