El humor protagoniza la muestra

Mariano Peña y Luis Bermejo derrochan gracia y simpatía en el Ideal Cinema

09 oct 2017 / 10:15 H.

Las risas fueron protagonistas todo el fin de semana de la vigésimo tercera edición de la Muestra de Teatro de Otoño. Concretamente se representaron, en el Ideal Cinema, dos obras, dentro del ciclo de piezas de humor.

Así, el viernes por la noche Mariano Peña y Chema Rodríguez Calderón y Bernabé Fernández, dirigidos por Tamzin Townsend, representaron la obra de David Jaberbaum, “Obra de Dios”, en la que Peña es el Señor del Universo, el creador de los cielos y de la tierra. Y llegó al Teatro Ideal Cinema para reescribir sus diez mandamientos y responder a todas las preguntas que la humanidad se hace desde el comienzo de los tiempos: ¿por qué creó Dios a Adán?, ¿era Eva realmente una pecadora? o ¿cuántos animales metió Noé en el arca? Cuestiones que cualquier persona siempre ha querido saber le fue contado por el rey del espacio y del tiempo y por sus más fieles arcángeles, Miguel y Gabriel. Quizás el respetable congregado en el espacio escénico ubetense no resolvió sus dudas acerca de la creación del universo pero lo que si es cierto es que los asistentes no pararon de reír con las ocurrencias recogidas en esta comedia, que tan buenas críticas ha recibido.

La otra cita con las risas y el humor se desarrolló en la noche del sábado en el mismo escenario. Una función que llegó a la ciudad de la mano de Teatro El Zurdo, de Madrid. En concreto el público disfrutó de la obra “El minuto del payaso”, de José Ramón Fernández. Se trata de una representación que ha recorrido los principales teatros de la geografía española y que en Madrid ha sido un verdadero éxito. Pues la obra compuesta y ritmada por Fernández y maravillosamente interpretada por Luis Bermejo,bajo la dirección de Fernando Soto, consigue que el espectador se olvide de todos sus problemas a través del poder terapéutico y catártico de la risa.

Una obra en la que como su propio nombre indica todo puede suceder en un minuto. De esta manera, la función se desarrolla en un día, en un festival de homenaje al circo, cuando se celebra una función benéfica en la que se van a desarrollar distintos números circenses. Un payaso espera su turno. La organización le ha dicho que tiene que salir al escenario por una trampilla, y en esa espera sucede todo. El público entra al teatro con sus problemas y, en un minuto, el payaso se los “arranca”. Son sesenta segundos que pueden cambiar una vida.