“Buscamos lo mejor para el cliente”

FERNANDO MORA

18 ene 2020 / 12:31 H.
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—”La Taberna de Santa Ana”. Un nombre claro este que no invita a ninguna duda.

—Sí, es lo que queríamos, aunque mi hermano Juan Luis y yo no somos naturales de Santa Ana.

—¿Dónde están sus raíces?

—Nosotros venimos de la sierra de Valdepeñas y, desde jóvenes, estuvimos relacionados con el ámbito rural; de hecho, nos criamos en un cortijo que se llamaba “Taberna”. De ahí que, más tarde, decidiéramos ponerse ese nombre a este bar.

—¿Cuál fue su historia hasta llegar a Santa Ana?

—Cuando todos los hermanos nos independizamos, mi padre, José, se quedó sólo en nuestro cortijo. Hubo un tiempo en el que estuvimos trabajando en el campo, hasta que mi padre tuvo la idea de montar una taberna. En agosto de 2007 vendió el cortijo y abrió este negocio.

—¿Su padre tenía alguna experiencia en el sector hostelero?

—Ninguna. Y, además, cuando decidió meterse en este negocio, eran unos años malos para el sector, pero fue valiente, vio que a nosotros nos gustaba y que éramos jóvenes. Él quería dejarnos algo para que en el futuro pudiéramos ganarnos la vida y apostó por esto.

—¿Cómo fueron aquellos inicios?

—Muy complicados. Al principio, yo empecé a trabajar con mi padre, incluso mis hermanas, con 7 u 8 años, ya iban entrando algunas veces a la cocina, igual que mi hermano. Cuando mi padre se jubiló cogimos el relevo todos los hermanos, y entre todos estuvimos empujando para que esto saliera bien. Con el tiempo, algunos se fueron retirando del negocio, hasta que hace ahora algo más de dos años, lo cogimos mi hermano Juan Luis y yo. Empezar un negocio desde cero, conseguir una clientela estable, adaptarte a las nuevas circunstancias, entre ellas, el hecho de que nosotros no somos de Santa Ana, no fue sencillo. Sin embargo, trabajando mucho y derrochando bastante esfuerzo, hemos logrado estar donde estamos hoy. No queda otra. Tuvimos que trabajar muchas horas hasta que conseguimos sanear el negocio, después de la inversión inicial, y hoy, gracias a Dios, estamos mucho más tranquilos en ese sentido.

—Se puede decir que se trata este, por lo tanto, de un negocio familiar.

—Sí, desde el primer momento toda la familia ha estado implicada en el proyecto, y así continúa siendo, aunque el resto de nuestros hermanos ya no estén con nosotros en la taberna.

—¿Cuáles son los fuertes de su oferta gastronómica?

—Nosotros intentamos apostar siempre, aunque suene a tópico, por comida casera de calidad, y siempre procurando que el precio sea el más económico posible. Yo siempre destaco nuestra carne fresca,; de hecho, nuestra especialidad son los platos de carnes a la brasa, como entrecot de ternera, solomillo, secreto y cochinillo, además de nuestros menús diarios. También tenemos potajes, estofados calamares y pasta, por ejemplo. No me pudo olvidar de nuestros desayunos, que son muy buenos. Además, cuando llega el verano, empezamos con el servicio de comida rápida como roscas, hamburguesas, alpargatas y sándwiches.

—Una oferta consolidada la suya, por lo que me cuenta, al igual que, supongo, su clientela después de tanto tiempo.

—Lo cierto es que nos acogieron muy bien en el pueblo desde el principio y ya contamos con una clientela consolidada. A ello contribuye el hecho de que, en su momento, apostáramos por abrir todos los días. Ahora la cosa está más difícil y tenemos que cerrar algunas veces, pero siempre intentamos que no.

—¿Por qué dice que corren ahora tiempos difíciles?

—Ser autónomo es muy complicado hoy en día. Tenemos que hacer frente a muchos impuestos y, además, conciliar tantas horas de trabajo con la vida familiar cuesta. Todas estas son cosas que pueden ir echándote para atrás, pero nosotros seguimos aquí, firmes, y con fe y ganas para seguir adelante.

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