De Alcalá directa a Schwäbisch Hall

María del Carmen Teba Pérez lleva algo más de dos años en una ciudad del estado alemán de Baden-Wurtemberg

04 dic 2022 / 19:47 H.
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El aterrizaje, en plena pandemia, no fue precisamente fácil. Corría septiembre de 2020 cuando la alcalaína María del Carmen Teba García llegó para ejercer de maestra de Infantil en la ciudad alemana de Schwäbisch Hall, en el estado de Baden-Wurtemberg. Formaba parte de un grupo de trece docentes españoles. Tuvieron que guardar cinco días de cuarentena en una residencia hasta obtener los resultados de una PCR, que se sumó a otra en la Península. “La espera fue muy divertida, con horas juntos haciendo deporte, comiendo, bailando e inventado lo que sea para hacer que el tiempo pasara más rápido. Por venir en tiempo de covid, nos cancelaron los vuelos y tuvimos que venir en un bus que nos pagó la ciudad de Schwäbisch Hall para nosotros desde Málaga hasta aquí. 36 horas tardamos. Como dato por si te parece interesante”, recuerda.

Decidió dar el salto después de la frustración de dos años de oposiciones. Ya tenía experiencia con contratos temporales. Le salió una entrevista en Málaga como educadora infantil para el país centroeuropeo. “La hice por probar. Ya había hecho dos ‘erasmus’. Experiencia y haber vivido en el extranjero. Me cogían. Viendo que en España no tenía futuro preferí dejar mi tierra”, dice la profesional, ahora con veintiocho años. Uno de los retos fue mejorar el nivel en la lengua de Goethe.

La verdad es que todo el grupo se adaptó bien. Resalta que el sistema educativo es bastante distinto del español. Más allá de que las vacaciones son de solo un mes y que hay clases por la tarde, los niños están juntos hasta seis años. Teba trabaja en un centro municipal. Echa en falta aspectos como tener objetivos concretos, igual que ocurre en España. Resalta que en el modelo que ella viva ahora se hace hincapié en la psicomotricidad y la autonomía, no tanto como materias básicas. “Tenemos salidas semanales al bosque, donde los alumnos pueden hasta escalar”, describe en referencia a libertad que se da.

En cuanto a la vida en esta zona del sur de Alemania, resalta que se está más en casa, aunque cuando sale el sol en primavera todo el mundo se echa a la calle. El clima, precisa, es “complicado”, con heladas casi a diario, aunque este año octubre ha resultado bastante cálido. La población de Schwäbisch Hall ronda los 40.000 habitantes, aunque no tiene aspecto urbano porque se encuentra muy dispersa.

La ubicación, sumada a las buenas comunicaciones, ayuda a hacer planes para el tiempo libre. En poco tiempo puede viajarse no solo por el propio país, sino por Bélgica, Francia, Austria o República Checa. Basta con alquilar un coche. “El paisaje resulta maravilloso. Una persona del norte de España no se sorprendería tanto, pero aquí todo es bosques, verdor, ríos y limpieza. Al desplazarte de una ciudad a otra disfruto mirando”, resalta. Una cuestión que le llama la atención poderosamente es que, pese a que la puntualidad germana no es un mito sino una realidad, en los trenes no se aplica, ya se retrasan.

En referencia a la gente es clara: “He roto el mito. Los alemanes me recibieron superbién. Los veo con mucho sentido del humor, agradables y acogedores. No he notado un desprecio. Están siempre abiertos a ayudarte”, señala. El estar ocho horas con niños, familias y compañeros ha hecho que su competencia idiomática crezca, aunque a veces puede tener cierta dificultad ante algo más específico.

Actualmente, ya todo está normalidad con la mejoría de la pandemia, cuando se cerraron los colegios varios meses, salvo en el caso de casos en que los dos progenitores del menor trabajaran. La alcalaína se siente muy integrada.

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