La Navidad más feliz para un equipo lanzado

El Real Jaén vence al Huétor Vega con más ocasiones que juego y ya es segundo en la tabla

18 dic 2017 / 10:02 H.

Dicen por ahí que, una vez inaugurado el nuevo territorio del oppidum, el príncipe, envalentonado por el revuelo que han adquirido sus dominios, ha tomado las primeras medidas para su consolidación y está por ahí impartiendo instrucciones a troche y moche. El príncipe desea ampliar su poder y categoría, la de sus posesiones, y, dados los tiempos que corren, anda empujando a la gente de la ciudad a demandar a quien proceda aquello que se considera que merece. Bien es verdad que en su época los dioses, lejos de ofrecer dádivas a los mortales, los desdeñaban para que se esforzaran en sus devaneos. Lo dice el gran Hesíodo: los dioses no facilitan las cosas a los mortales para que se esfuercen y traten de conseguir sus triunfos por ellos mismos. Hoy todo es otro cosa.

Fue por ello el partido que jugó el Real Jaén ante el Huétor Vega una actividad ciudadana más de las que parece empiezan a modificar el calendario colectivo, y en ese contexto habría que situarlo. Un encuentro que había quien, muy animoso por las condiciones originarias en que se celebraba, creía que iba a servir para cerrar bien un día glorioso.

Pero, como empezó a sospecharse desde el minuto uno, no fueron las cosas tan fáciles como pudiera pensarse. Porque, como es tantas veces habitual, hasta en cinco oportunidades tuvieron los blancos la posibilidad de hacer gol, oportunidades de esas que se suelen citar como de tan fácil cumplimiento que la mente no concibe el error. Lo que es sin duda una exageración. Ya se vio desde el primer momento del partido que el equipo visitante venía, como lo han hecho otros, dispuesto a encerrarse en su campo y dar algún grito adelante si se presentaba la ocasión. Pero, a diferencia de otros equipos, la novedad fue el estilo de presión que ejercía sobre los blancos, tan intenso que ni les dejaban pensar. De ahí surgió un encuentro arisco, áspero y poco lucido, pero que a los visitantes les iba resultando de fértil eficacia.

(Por cierto que el partido ofreció para la crónica lo que se llama la anécdota. ¿Dónde está el VAR?, proclamó más de uno. Y así surgió lo de que si Ojo de Halcón o VAR o ambos dos al tiempo. Ocurrió que el excelente número 7 del Huétor Vega envió un enérgico balón al pie del poste izquierdo que defendía Luis Arellano y este, en un gesto de enorme dificultad detuvo con solvencia y precisión el tiro a puerta. ¿Llegó a entrar el balón?, ¿trasapó la línea? Los aficionados hubieran tenido la posibilidad real de conocer la eficacia de un sistema que, como las armas, hay quien dice que carga el diablo para liar más la cosa.

No cambió la escenografía en el segundo tiempo. Ni tampoco el guion ni el libreto de juego. Incluso el apuntador parecía disponer del mismo desarrollo. Tanta uniformidad que algún despistado, de esos que se distraen, como decían los antiguos maestros, con una mosca, pensó que aún seguía el partido en la primera mitad. Idéntica presión en la forma y el fondo y similar respuesta de los locales. Pero el clima, para gloria y satisfacción de los locales, acabó de pronto cuando en una buena jugada, una de las que se repitireron en tantas ocasiones, en esta Migue Montes hizo un gesto de inteligencia y de generosidad mostrando cómo las virtudes no son sólo impulsos del alma sino un medio racional para resolver los prblemas que la vida ofrece a unos y otros. Y de esta forma, como en una largamente esperada ciclogénesis, todo explotó. Y cambió. El Real Jaén se creció tratando de “cerrar el partido” pero ni puerta ni llave. Al final el fontanero no llegaba para hacer el trabajo y se deslució algo su imagen. Pero el mérito ganado lo aseguró en lo alto.

El análisis de lo que representan los merecimientos en la vida humana ha sido siempre un asunto muy controvertidoen la historia del pensamiento. Fue en la Edad Moderna cuando, con ocasión de los movimientos religiosos, se preguntaron con fuerza e insistencia qué era eso de los merecimientos. Tan grave fue la discusión que su respuesta dio origen a tesis heréticas y a desviaciones según quien lo juzgara. En realidad, no obstante, aunque no siempre todo esté claro, los merecimientos se pueden exigir por naturaleza o por conquista. A veces ambos coinciden y no éstá claro el mérito por propia conquista o la benevolencia natural y automática.

Pero esta vez el Real Jaén, que llegaba al campo con la demanda de triunfo por naturaleza, como se ha dicho, viendo el historial de cada equipo, acabó haciéndolo por muy justa conquista. El Huétor Vega solo hizo una visita a la casa de los anfitriones. Y casi fue de compromiso y cortesía.

Es lo del poeta, que “nadie pudo avisarnos / y continuamos andando”. Con todo merecimiento.