Entre la violación, los abusos intentados o el sexo consentido

El caso de la supuesta agresión sexual a una joven en la feria, listo para juicio

01 ago 2019 / 09:03 H.

El próximo 1 octubre, la Audiencia Provincial acogerá un juicio complicado, muy complicado. En el banquillo se sentará Sergio R. M., un joven granadino que, en la actualidad tiene 27 años. Deberá responder por la supuesta agresión sexual sufrida por una joven “erasmus” en la Feria de San Lucas del año 2017. Los magistrados de la Sección Segunda deberán decidir qué ocurrió aquella madrugada en una zona apartada del ferial. Hay tres opciones sobre la mesa para calificar los hechos. La primera es la que sostiene la acusación particular, ejercida por la víctima. Estima que el procesado se aprovechó del estado de embriaguez de la víctima para desnudarla y para penetrarla, mientras ella “mostraba su oposición llorando (...) y con gritos de socorro”. “Fue una violación, porque se empleó la fuerza y la intimidación”, argumenta la abogada de la estudiante, Sara Garrido. Por ello, acusa a Sergio R. M. de un delito de agresión sexual —coincide con el auto de procesamiento de la juez instructora— y pide una condena de 12 años de cárcel, el máximo que contempla el Código Penal.

La segunda visión de los hechos es la que presenta la defensa, quien niega los cargos y sostiene que lo que hubo aquella noche fue sexo consentido y aceptado entre dos jóvenes. Por ello, solicita la libre absolución del procesado.

Hay un tercera vía, alegada por el Ministerio Público. El fiscal considera lo ocurrido como un delito de abusos en grado de tentativa y reclama una condena de dos años de prisión. Entiende que el supuesto autor de los hechos no empleó la fuerza, la violencia o la intimidación para mantener relaciones sexuales con la víctima y que tampoco pudo consumar esas relaciones debido a que la chica comenzó a gritar y fue auxiliada por cuatro vigilantes de seguridad que estaban en las inmediaciones. El escrito de acusación provisional relata que ambos jóvenes se dirigieron a la parte exterior y que se desnudaron de forma voluntaria: “Cuando el procesado trató de penetrarla, la sujetó por el cuello y la apoyó contra una pared, ella se opuso gritando, sin consentir que él tuviera intención de tener acceso carnal”, explica la fiscal. Las voces de ayuda fueron oídas por los vigilantes, que acudieron a socorrer a la joven, lo que hizo que Sergio R. M. huyera rápidamente del lugar, “sin llegar a culminar la pretendida acción de penetración”, apostilla la Fiscalía. Para el Ministerio Público, este episodio es constitutivo de un delito de abusos sexuales en grado de tentativa, por el que pide dos años de cárcel y una indemnización de 3.000 euros.

Hay que recordar que los hechos ocurrieron a primera hora de la mañana del 15 de octubre de 2017, en un pinar ubicado junto a los baños del ferial. Cuatro vigilantes de seguridad, que habían acabado su turno de trabajo, escucharon fuertes gritos que procedían de esa zona. Los cuatro aseguraron que vieron a una pareja que estaba manteniendo relaciones sexuales. Pensaron que el hombre estaba forzando a la chica y le recriminaron su actitud. Ella, que estaba completamente desnuda, comenzó a gritar. Él salió corriendo. Los vigilantes lograron interceptarlo y retenerlo hasta que llegó la Policía, que procedió a su arresto. La joven solo fue capaz de contar que había conocido a Sergio R. M. unas horas antes, pero que no recordaba nada de lo ocurrido. Por su parte, el detenido negó haber mantenido sexo con la mujer, a pesar de que había cuatro testigos —los cuatro vigilantes— que lo vieron claramente y así lo atestiguaron. Dijo que se encontraba haciendo sus necesidades en la zona de pinar y alegó que salió corriendo porque se asustó al ver a los vigilantes. La juez no lo creyó y lo envió a prisión preventiva. Al día siguiente, lo dejó en libertad. Sergio R. M. siempre se ha declarado inocente.

La Audiencia tendrá que decidir si se consumaron las relaciones y sí hubo violencia o intimidación en un caso que se asemeja, salvando las distancias, al de la “manada” de Pamplona.