El Museo Íbero recuerda que antes fue una cárcel franquista

Una obra de Miguel Fuentes del Olmo recuerda las palizas a los represaliados

19 dic 2018 / 11:50 H.

Apunto de desfallecer, ya derrotado, levanta las manos, para protegerse de los golpes de los carceleros, pero, en un último gesto de dignidad, de rabia, aprieta los puños y los levanta, como cuando los republicanos saludan. Es el gesto de la figura que protagoniza la penúltima obra del escultur iliturgitano Miguel Fuentes del Olmo, Medalla de Oro de Andalucía y catedrático emérito de la Universidad de Sevilla. La pieza fue descubierto ayer en uno de los patios del Museo Íbero, un lugar que, antes de convertirse en un espacio cultural, acogió la prisión provincial. “Pretende describir mediante una exposición narrativa, materializada con una figura humana que cae al suelo, la represión y sufrimiento de estas personas”, dijo el autor de la obra, en alusión a los abusos cometidos contra los presos en la cárcel, durante la dictadura.

“El Gobierno andaluz no podía dejar de poner de relieve la historia que está detrás de este emplazamiento, un lugar que durante muchos años fue la cárcel provincial y un lugar de ignominia y represión que tenemos que recordar y que ahora transformamos, con esta escultura, en espacio para la paz, la convivencia y la libertad”, argumentó el consejero de Fomento en funciones, Felipe López, veterano político que, en su etapa como presidente de la Diputación, fue el impulsor del centro cultural dedicado a una de las principales civilizaciones del Mediterráeno, con una notable presencia en la provincia jiennense. López se mostró convencido de que se trata de un lugar “de enorme valor cargado de simbolismo” en el que, según él, “muchas personas a través de lucha por la libertad, del sufrimiento en la etapa de la dictadura, acabaron dejando su memoria y huella en este suelo”

El actual presidente de la Diputación, Francisco Reyes, juzgó que la apertura de este espacio, en sus palabras, “debe servir para trasladar la necesidad de que recuperar la memoria de nuestra historia más reciente significa contribuir a que hechos como los que acaecieron en lugares como la antigua cárcel de Jaén no vuelvan a producirse”. “Es un lugar para la reflexión, para crear conciencia de algo que nunca tendría que haber ocurrido”, además de que, según él, “contribuye a que la memoria de todos aquellos que fueron torturados y fusilados por defender valores como la igualdad y la libertad, en los que se asienta nuestro sistema democrático, no caigan en el olvido”. “Esta bella imagen simboliza la tortura como maltrato físico y psicológico que sufrieron estos hombres y mujeres, miles que estuvieron aquí todos esos años de dictadura”, juzgó, por su parte, Miguel Ángel Valdivia, presidente de la Asociación de la Memoria Histórica de Jaén.