El agua da la vida a Pegalajar

La Fuente de la Reja brota tras tres años y por séptima vez desde 1988

19 abr 2018 / 09:31 H.

Una tarde cualquiera de este ya primaveral abril la vida en Pegalajar gira en torno a su Charca. Siempre lo hace. Toda la vida lo ha hecho. Es más, Pegalajar es su Charca, esta es “su vida”, repiten como un mantra sus vecinos. Y lo hacen con un deje de alivio en su voz: tras un mes y medio de lluvias y hasta seis nevadas, este embalse que recoge el agua de la Fuente de la Reja ha vuelto a llenarse, ha “resucitado”. Desde agosto de 2015 estaba en coma. Esta es la séptima vez que ha brotado desde que se secó, por primera vez, en 1988.

“Como un sueño”. Así define una pegalajareña aquella mañana de hace ya diez días cuando el agua empezó a llegar a la Charca. Solo tres antes, la “mancha” de humedad en la Fuente de la Reja había cargado la pólvora en los cohetes para la celebración. Lo explica entre un grupo de vecinas que tratan de contar qué significa la Charca para Pegalajar y las vivencias, recuerdos y emociones se atropellan entre sí. Lo hacen mientras que los niños juegan en su embarcadero y hasta algún valiente joven se atreve a tirarse a sus aguas todavía en abril. De niñas, recuerdan, que mientras que sus madres no les dejaban ni por asomo bañarse, veían cómo llegaban gentes de todos sitios a disfrutar de sus aguas; allí era donde quedaban con sus amigas para pasar las tardes a su alrededor y también cómo los pretendientes les dedicaban canciones a través de los altavoces instalados en las farolas del centro de la Charca. Y del pasado a hoy. Este domingo, dicen, Pegalajar era una romería de gente de todos sitios que hizo parada y fonda con la llamada de la buena nueva.

y ahora, ¿qué? “La experiencia que tenemos es que, desde que se secó en 1988 por primera vez, ha brotado siete veces y ha desaparecido de nuevo. Unas veces ha tardado varios meses y otras un año y pico”, dice Diego Polo, vicepresidente de la Asociación Vecinal “Fuente de la Reja”. “Detrás está la sobreexplotación del manantial y, si no se ataja, vuelve a ocurrir”, apunta. Y recuerda la situación agónica que la Charca atraviesa desde hace ya 30 años: “Existen muchas extracciones, pozos en tres términos municipales para abastecer a Mancha Real, La Guardia y Pegalajar. Ahora el agua durará más o menos dependiendo la capacidad de recarga del acuífero, pero si no se limitan, frenan o controlan, no lo podrá soportar”. La lucha por que se regularice la situación comenzó en 1988 y, por su movilización, en 1992, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir se vio obligada a declarar la sobreexplotación. Desde 1996 existe un plan de ordenación de extracciones pero este, como apunta el representante vecinal, no se ha cumplido. De sus once puntos solo se ha trabajado en tres. Y la lucha sigue, de administración en administración. El último capítulo, en el Congreso. Hasta allí, en marzo, a la Comisión de Agricultura y Medio Ambiente se llevó una propuesta para que se cumpla, ni más ni menos, como defiende Polo, lo que dice la ley. “El PP votó en contra”, resume. “No hay justificación”, añade. Ahora, dice, piden que, al debatir los Presupuestos Generales del Estado para 2018, se incluya dotación y se ejecuten las medidas previstas. Y recuerda a ciudadanos y administraciones que trabajar por acabar con la sobreexplotación, ahora, es más necesario que nunca: “Tener la Charca con agua no significa que no exista problema. El verdadero, está bajo tierra. No se puede seguir sacando agua de forma incontrolada. No podemos dejar que siga secándose”.