De la euforia a la desilusión final

Los seguidores que se quedaron en la ciudad siguieron el encuentro en los bares

01 jul 2019 / 16:36 H.

Nuestro mayor premio es disfrutar de vosotros en cada partido, no os importa la categoría, no os importa los kilómetros, solo os importa el Linares Deportivo. Un millón de gracias por estar siempre a nuestro lado”. Ese fue el último mensaje de la cuenta oficial en Tiwtter del club que preside Jesús Medina. Linares apareció con un cielo azul como los colores del equipo y la tarde empezó con pasión y con los bares de la ciudad repletos de seguidores que no se desplazaron hasta La Nucía debido a que el club alicantino solo facilitó 150 entradas para la última final de la temporada 18/19. La afición es el mejor patrimonio de la entidad y los establecimientos no faltaron las camisetas y las banderas. Linares se paralizó y los seguidores siguieron con pasión e intensidad un partido que en la primera mitad siguió el mismo guion que el celebrado hace siete días en la caldera del Estadio de Linarejos. Ese respeto, no obstante, no importó a los fieles, que soñaban en otro ascenso fuera del histórico campo de la Avenida Primera de Mayo. El objetivo era repetir la historia que se vivió en Almendralejo, Puertollano, Huelva o Castellón. El gol de Javi Bolo, al transformar un penalti cometido a Chendo Alarcón, desató la euforia en La Nucía y en la ciudad. Abrazos y esperanza se fundieron en la última media hora, pero los nervios y la tensión se reflejaron en los aficionados. No importaba su edad. Grandes y mayores deseaban que el colegiado señalara el final, pero las aristas empezaron a aparecer con el gol de David Torres. Tensión y nerviosismo para una recta final no apta para corazones delicados, pero llegó el fatídico minuto 92 con el tanto de San Julián, ídolo en La Nucía y villano deportivo desde ya en Linares. Ver para creer en la versión más cruel del fútbol.