El papel de los alcaldes

13 abr 2020 / 16:29 H.

Nadie mejor que ellos conoce su pueblo, la gente que habita en sus casas y las necesidades de una población que atraviesa una grave crisis, que empezó por la salud y terminará por la economía. Están, desde que estalló la pandemia, al pie del cañón, en primera línea de una guerra en la que, despojados de competencias, se convierten en los principales luchadores contra el coronavirus. Algunos están recién llegados a la política, otros aterrizan por primera vez en terreno municipal y unos cuantos más registran trienios en los ayuntamientos. La fuerza del impacto de una enfermedad que no discrimina entre territorios cambió por completo sus agendas. Todos, sin distinción de siglas ni colores, dan lo mejor de sí mismos en un día a día en el que se ven obligados a extralimitar sus funciones para frenar la virulencia de un virus que rompió la tranquilidad de los municipios. Perdidos, sin hoja de ruta ni manual de instrucciones, dan palos de ciego con la única intención de salvar vidas. Entre los noventa y siete alcaldes que componen la provincia, hay uno que merece capítulo aparte por la situación en la que se encuentra uno de sus tres núcleos poblacionales. Villargordo se convirtió en la Igualada catalana y Miguel Manuel García no tuvo más remedio que alzar la voz para que le hicieran caso.

Hasta tres bandos municipales tuvo que confeccionar y firmar para alertar a sus vecinos de la gravedad de unas cifras que, oficialmente, nunca tuvo. La callada por respuesta, unida a unas cuantas críticas por meterse donde no le llaman, fue lo único que consiguió en forma de ayuda del resto de administraciones públicas. Pendiente de responder está a una carta de la delegada de Salud, Trinidad Rus, en la que amenaza con emprender acciones legales por las recomendaciones establecidas en torno a las donaciones de sangre. Y a la espera está de una llamada telefónica de la subdelegada del Gobierno, Catalina Madueño, que lo único que sabe de ella es por un comunicado emitido a los medios de comunicación en el que advertía a los alcaldes que no tienen competencias para crear normas sobre prohibiciones o restricciones en pleno estado de alarma.

Mientras tanto, sus acciones no cesan. Después de desinfectar varias veces las calles de Villargordo, Vados de Torralba y Torrequebradilla con la voluntariedad de los agricultores, emprendió un servicio de psicología, promovió la elaboración de cuarenta menús diarios para personas en situación de especial vulnerabilidad, respalda de una red de confección de material de protección para personal sanitario e, incluso, estrenó una prestación especial para autónomos y desempleados. El alcalde de Villatorres, que empieza a ver controlada la situación del covid-19, forma parte de un grupo de dirigentes municipales de toda Andalucía que han decidido redactar una carta con la que, lejos de entrar en polémicas, lo único que pretenden es acabar con una crisis sanitaria que robó el sueño de sus vecinos. Irá dirigida a la Junta de Andalucía y a la Subdelegación del Gobierno en cada una de las provincias. Basta con leer el titular para atisbar el contenido: “Sin datos frente al coronavirus: los alcaldes y alcaldesas frente a la mordaza a los profesionales de la salud para que no trasladen datos municipales”. “El título VIII de la Constitución Española establece claramente cuál es la organización territorial del Estado. Los ayuntamientos forman parte de la misma, y en ningún momento se establece una jerarquía piramidal sino una distribución competencial, desarrollada en sucesivas leyes. En esta crisis, no solo sanitaria sino también social, parece haberse diluido la función de los ayuntamientos más allá de un apoyo asistencial y, sobre todo, el papel del alcalde como representante y depositario de la confianza de su ciudadanía. No somos representantes políticos de segunda división, y somos plenamente conscientes de la legislación y normativa aplicable a nuestros actos y manifestaciones, de los que somos también plenamente responsables. Por supuesto conocemos el alcance de la normativa que preserva los datos personales de enfermos de coronavirus o de cualquier enfermedad, pero también somos los mayores conocedores de las inquietudes, necesidades y expectativas de los ciudadanos de nuestras localidades, y ahí, permítanme decirlo, lo somos en mucha mayor medida que otras administraciones”. Así empieza una misiva con la que el alcalde de Villatorres se identifica plenamente y en la que deja claro que la socorrida frase de “El Ayuntamiento es la Administración más cercana al ciudadano” no debe quedarse únicamente en el papel, o dicho de una manera más clara, no es posible contemplar la figura del alcalde como la de un mero ejecutor de órdenes automáticas, un “come y calla” que no solo cuestiona” nuestro papel en la estructura del Estado, sino que desprotege a la ciudadanía”. Añade: “No es del alcalde del que hay que proteger al ciudadano de nuestros pueblos, es del coronavirus”.

De la misma manera, el escrito hace referencia a los esfuerzos que realizan, todos los días del año, por mantener servicios sin recursos y con recortada autonomía legislativa. “Ya es hora de que eso cambie, o los ayuntamientos juegan un papel determinante en el día después o viviremos una recuperación mucho más desigual e injusta”, alerta. Miguel Manuel García deja claro que su pretensión no es cuestionar la decisión de los mandos únicos. Lo que sí pone en tela de juicio es que los alcaldes queden expulsados de la información para trasladar mensajes que puedan contribuir a dar serenidad a sus vecinos. Después de dejar claro que se siente “vetado” en el acceso a cifras de interés comunitario, subraya su enfado con la “advertencia” que pretenden hacer constar a los alcaldes por “extralimitarse en sus funciones. La carta, de más de cuatro folios, habla de realidades que duelen en pueblos y ciudades.