De capa caída

Las asociaciones de vecinos atraviesan momentos de debilidad derivados de la falta de unidad, la ausencia de relevo entre las nuevas generaciones y la necesidad de compromiso ciudadano

30 ago 2021 / 17:37 H.

Así está el movimiento vecinal en la capital. De capa caída. No corren buenos tiempos para los barrios jiennenses, la apatía se adueña de quienes representan a las asociaciones y, lo mismo que la política, el sostén de la actividad social en cada uno de los rincones de la ciudad empieza a estar denostado, mal visto por una ciudadanía que tiene pruebas para certificar que pertenecer a un colectivo de este tipo es un trampolín que permite acceder al apasionante mundo del candelero de lo público. Nadie puede echar la culpa a la pandemia. El problema viene de lejos. La crisis permanente en la que viven sumidas las agrupaciones vecinales hace que, en un momento de debilidad como el actual, surjan conflictos y reluzcan las dificultades como las estrellas en un cielo abierto. Cierto es que pagar una cuota mensual o anual cuesta cada vez más. Sin embargo, la motivación mueve montañas y los jiennenses necesitan estímulos para luchar por el bienestar, la salud, la limpieza y los mejores servicios públicos de los lugares que eligieron para realizar sus vidas.

La falta de unidad vecinal, derivada en muchas ocasiones de las gestiones que realizan quienes están al mando del poder, aboga a históricas asociaciones a la desaparición. Hay ejemplos claros y recientes, como Unidos por la Merced, Loma del Royo, Ariete y Fuente del Árbol. Son colectivos que hicieron historia en La Merced, en El Valle, en San Felipe y en Las Fuentezuelas, que batallaron por conseguir mejoras en sus calles y plazas y que, después de años con una actividad clave para su presente y su futuro, se disipan como el viento sin que nadie haga lo que esté en su mano para frenarlo. La ausencia de relevo generacional se une, de la misma manera, a una espiral de caída en picado en la que también tienen mucho que ver los impagos municipales, la escasez de socios y la necesidad de gente dispuesta a asumir responsabilidades que lo único que traen son quebraderos de cabeza. Ni que decir tiene que la voz de los barrios importa a los equipos de Gobierno que gestionan los ayuntamientos y, en el caso de la capital, no es un asunto baladí cualquier reivindicación procedente de las asociaciones de vecinos. Acostumbran los alcaldes y los concejales, independientemente del signo político que ostenten en cada momento, a acallar las críticas más pronto que tarde con parches que, como en el caso de Santa Isabel, de máxima actualidad, han sellado la guerra entre la asociación vecinal y la federación a la que pertenece, “Objetivos Comunes”, presidida por Pepi Alcántara. La cesión del centro de día que lleva cerrado a cal y canto desde su construcción, en 2011, a la Asociación Provincial de Autismo Juan Pérez Martos es un proyecto que, por un lado, convertirá un edificio en desuso en un lugar de referencia y, por otro, dejará a los mayores de esta zona de la capital con la miel en los labios. El conflicto vecinal está garantizado. La asociación se contenta con un espacio en su interior para que los usuarios de Santa Isabel se puedan reunir con el permiso del coronavirus y, sin embargo, en “OCO” consideran que tirar la toalla después de tantos años de espera no es lo más conveniente. La división está garantizada.

Paréntesis aparte, el movimiento vecinal necesita dejar la política aparte y centrarse en lo prioritario y lo verdaderamente importante para no morir en el intento. Hay episodios que demuestran que hay quienes utilizan estos colectivos para dar el salto a las candidaturas electorales y otros que dejan claro que gracias a estas asociaciones hubo excelentes representantes políticos que hicieron historia. En el buen uso está la clave del éxito.

EN CORTO

Artillería política del Partido Popular

Están las redes sociales que arden con polémicas nuevas y viejas, porque destacan las generadas por el proyecto de promoción turística protagonizado por Manu Tenorio o las que tienen que ver con los fondos Edusi, pero hay uno que colea, el cierre de Onda Jaén. El curso político a punto de estrenar se presenta “movido” con una cuenta atrás, pasado el ecuador de la legislatura, en la que cada uno tendrá que definir su posición. En la sede de San Clemente no quieren demorar la presentación pública de ese joven de la sociedad civil que pretenden que encabece el próximo cartel electoral a la Alcaldía de Jaén. Habrá que ver si el elegido por la dirección provincial cuenta con el beneplácito de Sevilla y Madrid. Será la hora de la verdad.

Preparado para la revancha en el regreso de las vacaciones

Quien diga que sabe qué es lo que prepara el concejal no adscrito obligado a dejar su acta en el Ayuntamiento de Jaén miente. Se pueden contar con los dedos de una mano los que verdaderamente conocen la estrategia que Francisco Díaz guarda en el as de la manga en forma de revancha a una decisión municipal, avalada por los técnicos, mediante la que se ve en la tesitura de elegir entre regresar a su puesto de funcionario o continuar en la política sin asignación económica. Dicen en su entorno que en septiembre, a la vuelta de la esquina, responderá con una maniobra que, cuanto menos, sorprenderá. Mientras tanto, Bruno García se prepara para estrenarse como edil sin remuneración. En silencio absoluto hasta que su compañero de filas, expulsado de Ciudadanos por abandonar el equipo de Gobierno, esté fuera de la Corporación Municipal, el representante de los comerciantes jiennenses hasta el momento lo único que recuerda y subraya es que está donde está por su vocación de ayudar al progreso y al desarrollo de la capital. “En modo alguno acepté entrar en esto buscando trabajo, ya tengo el mío, que he desempeñado durante treinta añitos”, sentencia. El próximo mes se presenta de cambios.