Marisa Pérez, compromiso, bandera

Habita desde hace nada el lugar de los recuerdos, que se nos fue de entre los vivos una mujer excepcional, de nombre Marisa y de apellidos inigualables: Compromiso y Bandera. Fue, y será siempre, que no mueren quienes se quedan impregnados de por vida en el corazón y la memoria de quienes los conocimos, una mujer distinta porque abrió camino en todo momento; una mujer capaz y capacitada, que creó escuela y discípulos y una mujer insobornable a la ilusionante esperanza en un mundo mejor: Por eso luchó siempre y su memoria la honraremos si ese camino desbrozado por ella sigue dando sus frutos. Hemos dicho adiós a una profesora con alma, a una política con dedicación humana y a una experta en crear el gusanillo de la duda a cuantos habitaron la compañía de su sonrisa ronca y divertida, franca y sin esquinas. Descanse en paz María Luisa Pérez Pérez, que luchó contra un mundo que no quería, “ni en pintura ni en los libros sectarios”, y lo hizo de frente, a modo de revolución silenciosa pero indemne al desaliento, que Marisa era mucha Marisa. Cuando pasen unos años, las crónicas de la historia de Jaén deberán subrayar lo que hizo por la igualdad de oportunidades y por la asunción de un rol distinto en la mujer jaenera, tan esquinada, tan olvidada, tan tachada de todo escaparate. Sin ruidos de estruendo y tampoco a la caza de medallas, en Marisa confluían el compromiso con el que se mimetizaba al lado de quienes más lo necesitaban y de su mano nacieron callos y astillas de una bandera de igualdad que hace años mucho pesaba y pocos y pocas le ayudaban. Eran otros tiempos y esos tiempos se hicieron cambio permanente por su perseverancia, ya fuese como enfermera, como profesora, como conferenciante, como amiga, porque en todo y con todo fue siempre mujer, a la par que los hombres, de la mano de los hombres, pero exigente y demoledora en sus planteamientos igualitarios. Porque también hacía de la condición humana, compañera inseparable de su vida. Un cáncer se la llevó por delante y no nos queda otra que brindar porque su semilla ha crecido.