La marea amarilla del orgullo

Hay un signo identitario de Jaén de un tiempo a esta parte, que mezcla modernidad con triunfo y a la vez sazona ilusión colectiva con autoestima. Les hablo de la marea amarilla del orgullo patrio. Seguir al Jaén Paraíso Interior está de moda, se lo han ganado a pulso sus jugadores, lo han trabajado bien sus directivos, tienen a mano a “Mamá” Diputación que ha sabido elegir patrocinio. No hay que buscarle vueltas de ningún tipo, el fútbol sala en Jaén supone un acicate para la autoestima de los jiennenses, que en más de 5.000 (se dice pronto y es único y reseñable) han acoquinado el coste del carné de socios sin rechistar y presumiendo, que es lo mejor, una sonrisa siempre. El deporte moldea conciencias y hasta pueblos y cautiva sociedades. La sociedad de Jaén necesita muchas cosas, también sentirse importante.

De aquellas semillas del Oliva Secavi campeón de Europa, ha renacido un equipo que da igual quien juegue porque para eso está Dani Rodríguez, su entrenador y ‘alma mater’ de una identidad y un juego apasionado sin igual en el Campeonato. Contagia pasión y alegría, estamos ante un equipo que reverdece la simbiosis de la ciudad con sus ídolos deportivos como a finales de los años 70 fue el Balonmano Jaén de la mano de otro personaje inolvidable para esta tierra, Honorato Morente, su presidente y mentor. Es tiempo de la marea amarilla del orgullo, solventado el escalofrío momentáneo del descenso en el último partido de Liga, ahora tenemos un pabellón que hace patria y nos va a dar muchas alegrías de la mano del Jaén Paraíso Interior. Nos lo merecemos, se merece este club el respaldo completo de la ciudad porque pasea el nombre de esta tierra por toda la geografía nacional. Quien sabe si el eslabón de la cadena a la que debemos engancharnos para salir del pozo es el del fútbol sala, a veces lo menos esperado supone el aliciente necesario para creernos nosotros mismos que si queremos, podemos, que el presente de Jaén es el que es, pero el futuro depende de nosotros mismos, pongámosle la misma pasión que los chicos del JPI.