El reino de las alturas de Kobe

08 mar 2020 / 09:56 H.

No es fácil encontrarlo, que tiene la paz y la quietud propia de un lugar único, alejado además del mundanal ruido, especialmente del humano que en todo mete las narices y en casi todo lo que tiene que ver con la Naturaleza suele fastidiarlo. Pero ahora no es el caso, la casa madre de los quebrantahuesos esta a buen recaudo en manos de una gente que con primor y con amor llena de cuidados a la causa. Ha nacido Kobe, un pollito de esta rapaz que tendrá si él quiere por cuna eterna la provincia de Jaén. Y lo ha hecho en el centro de reproducción en cautividad llamado Guadalentín y su nombre valga como ejemplo al mundo del mimo y cuidado de las manos que celosamente están dia y noche con ‘padres y madres’ y con los huevos hasta que explotan en vida y quiso el tiempo que coincidiera con la trágica muerte del baloncestista Kobe Bryant.

Así las cosas, ha querido el destino que el reino de los cielos de Jaén y sus sierras sean surcados tan pronto como pueda valerse por sí mismo por este quebrantahuesos de mirada certera, profunda y sin fin, como los propios cielos de una Naturaleza en estado puro. También en Jaén somos únicos para esto, un centro de cría excepcional y portentoso (cuenta con seis parejas reproductoras) y en el meticuloso y cuidadoso mundo de la genética de las especies protegidas tenemos un nombre, alta reputación que viene a engrandecerse con el pequeño Kobe, hijo de Joseph y de Keno, padres de otro polluelo, lo que confirma de su vitalidad particular y de la eficiente labor de este centro a la vera de uno de los ríos mas vírgenes y desconocidos de Jaén, el Guadalentín, de ahí su nombre. Nadie duerme, nadie descansa, es tiempo de cría y todas las miradas están puestas en la docena de quebrantahuesos que mantienen viva la especie en media Europa y el norte de África. Hay cámaras de vigilancia y visores nocturnos, que está en juego una enormidad (hasta que pasan ocho años no son adultos y no pueden reproducirse) e incluso cuando se ve peligrar un huevo por alguna causa se le sustituye por otro de escayola y el de verdad pasa a la incubadora hasta que nace la cría y se devuelve al nido con los padres. Este periodo de cria es especialmente ilusionante para quienes componen la gran familia del centro de cría en cautividad porque han sido 13 los huevos de la hornada y con un poquito de suerte se podrán superar las 9 crías de hace unos años, el récord absoluto hasta ahora. Se cruzan los dedos para que cuaje la gran mayoría, será una gran noticia que no ocupará portadas ni abrirá noticiarios pero ahí esta, en primera plana si queremos dejar a nuestros hijos el maravilloso e inigualable entorno natural que heredamos de nuestros padres. Por eso es tan importante el vuelo del pequeño Kobe.