Las normas de los albergues

    27 nov 2020 / 16:31 H.
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    La reducción de plazas en los albergues de temporeros, una de las mejores iniciativas que pusieron en marcha las administraciones públicas con competencias en la materia, obliga a muchos de los que acuden a la provincia en busca de un jornal a dormir al raso. Las imágenes que recorren las redes sociales, en las que se ve claramente cómo hay gente con sacos de dormir en la calle, son una cruda realidad para la que no existen excusas, ni protocolos ni normas que cumplir. La capital dio ejemplo con la apertura de la Caseta Jaén Arena cuando se hizo evidente la llegada de inmigrantes de todas las nacionalidades, más en una campaña de recolección de aceituna en la que se prevé una buena cosecha. Sin embargo, las medidas impuestas para evitar los contagios en el improvisado albergue hacen que haya días que cierren las instalaciones sin que los temporeros puedan hacer uso de ellas. Están obligados a llegar antes de las ocho de la tarde para hacerse la prueba del coronavirus, requisito indispensable para ser usuario de este servicio público, de tal forma que si llaman a la puerta a destiempo les impiden entrar. La denuncia que realiza Cáritas también tiene que ver con los cuatro días que, como máximo, cada usuario tiene derecho a permanecer en el centro. No es aceptable, en pleno siglo XXI, que quienes buscan trabajo en nuestra tierra, mano de obra necesaria para recoger el fruto del olivar, no encuentren respuesta a sus necesidades más básicas. El llamamiento a la sensibilidad social tiene que ser unánime, lo mismo que la respuesta de las administraciones en tiempos de crisis sanitaria y siempre. El coronavirus no puede ser la excusa perfecta para cerrar albergues. Hay alternativas que buscar.

    Editorial