El aceite y su encrucijada

    26 nov 2020 / 16:26 H.
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    El aceite de oliva afronta una encrucijada, otra más, decisiva para su futuro, lo que equivale decir que en ella está toda la provincia. Jaén vive por, para y del producto del olivar, del que también nutre su milenaria cultura, la de sus pueblos. Es un gen insustituible pese a los necesarios cambios en la estructura productiva que serían necesarios y deseables. Con el aceite de oliva y el olivar hemos ganado batallas y, en demasiadas ocasiones, perdido las guerras. La tendencia debe cambiar. Cuando el sector que sustenta la economía de nuestros pueblos está inmerso en una de sus grandes y cíclicas crisis, ahora por los bajos precios y los aranceles sobrevenidos, y zarandeado por las incertidumbres de la nueva Política Agrícola Común (PAC), confluyen factores ofreciendo buenas oportunidades. En un escenario global en el que más de 60 países ya son productores de aceite de oliva que consumen ciudadanos de otros 180, la calidad, buscando la excelencia, y al diferenciación son objetivos irrenunciables para el aceite de oliva de Jaén. Los nuevos vectores de la política comunitaria apuntan al medio ambiente y la biodiversidad en un marco sostenible. El olivar jiennense tiene todo eso, pero debe modernizarse aún más desde su perfil tradicional. Profesionalización, gestión e inversión en promoción. Y dar pasos sin pausa para cambiar ciertos modos de nuestra olivicultura. Una clave son los incomparables aceites tempranos. Calidad y diferenciación se pagan mejor en el mercado. Por ahí apunta el camino y no será posible recorrerlo con éxito si el sector, en todos sus estamentos y estructuras, no se compromete con todo ello, con un cambio sustancial en el continente y en el contenido. Ganar el reto es posible.

    Editorial