Carne de calidad en la mesa

    12 ene 2022 / 16:36 H.
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    No estuvo acertada la respuesta del ministro de Consumo, Alberto Garzón, en una entrevista en un medio extranjero, “The Guardian”, que si alguien no lo conocía ahora lo conocerá a la perfección. No está bien que alguien con representación en el Gobierno, el lugar en el que se toman las grandes decisiones que afectan a un país, hable mal de los productos que exporta, sobre todo porque significa echar piedras sobre su propio tejado. Si, como dijo, España vende al extranjero carne de baja calidad algo tendrá que hacer él, como responsable de la cartera de Consumo, para impedir que así sea. El problema de fondo es que no hay una definición clara acerca de qué es la ganadería intensiva o extensiva, por poner un ejemplo, lo mismo que el lío de los etiquetados confunde hasta el más astuto consumidor. Lo que sí está claro es que no es lo mismo una carne obtenida en una macrogranja que aquella que se consigue en grandes pastos, naturales, como los que hay en Santiago-Pontones, por lo que Alberto Garzón, quizás sin querer, hizo un favor a las familias que, de lunes a lunes, se desviven por su ganado para llevar a la mesa productos de extrema calidad en situaciones límites, con inclemencias meteorológicas que se recrudecen a más de mil metros de altura. Lo que no se puede permitir es que los partidos utilicen un sector clave para la economía, la ganadería, como herramienta política. Cierto es que el ministro sirvió en bandeja, una vez más, la polémica y, en cierto modo, puso contra la espada y la pared a su propio Gobierno, porque alguien que representa a España no puede hablar en un medio de comunicación a título personal. Ni por asomo.

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