Votar en las webs

    22 sep 2019 / 11:10 H.

    Hace unos días, hablando con un conocido, surgió el tema de cómo tratar con Dios y se sinceró conmigo diciéndome que no creía en Dios ni en el más allá. Estaba convencido de que tras la muerte no hay nada. Fue una dolorosa sorpresa porque a esa persona la aprecio bastante. Intenté darle algunos argumentos de razón, pero no los aceptó. Así que estoy rezando para que Dios le otorgue el don de la fe. Gracias a Dios tengo fe y tengo claro que los hombres venimos a la tierra para que, haciendo aquí la voluntad de Dios, tras la muerte podamos ir al cielo y así estaremos con Dios eternamente. Y digo sorpresa, porque el pensamiento de Dios ronda la mente del hombre desde el principio de los tiempos. Aparece con insistencia en todos los lugares y en todos los tiempos y hasta en las civilizaciones más arcaicas y aisladas de las que se ha tenido conocimiento. No hay ningún pueblo de la humanidad sin religión. Y es que, si no creemos en la existencia de un “ser supremo”, eterno, omnipotente, sabio y lleno de amor, que ha creado el universo y las tierras que conocemos, con el ser humano como dueño y señor, tendríamos que argumentar que toda la creación se debe al azar o que se ha hecho sola y se ha creado a sí misma. Honradamente creo que son posiciones fáciles de desmontar. No se sostienen. Algunos evolucionistas dicen que todo empezó a partir de una uniforme masa de átomos. Bien, ¿quién creó esa masa de átomos? ¿De dónde procedían? Ya sabéis que los científicos que son honrados defienden que la auto creación no es posible. También algunos niegan la relación causa- efecto, haciendo un monumento a la insensatez. ¿Tan difícil es entender que si meto la mano en un enchufe recibiré una descarga eléctrica? Que es necesario que Dios exista, se entiende por la razón cuando hay una manera recta de pensar y un sincero amor a la verdad. Pero con el tiempo, Dios mismo se reveló a la humanidad cuando vino al mundo Jesucristo Nuestro Señor, que era Dios y hombre verdadero, que se llamó Jesús de Nazaret. Y esto es un hecho histórico absolutamente contrastado. San Pablo, el apóstol de los gentiles, escribió a los colosenses diciéndoles: “Cristo Jesús es imagen del Dios invisible”. Es decir, el Dios invisible, se nos ha hecho visible en la persona de Cristo Jesús. Por tanto, queridos amigos, el que no crea en Dios a quien no ve, tiene a su alcance leer los Santos Evangelios y conocer a Jesucristo, sus palabras, sus acciones y todos sus milagros, que acreditan su divinidad. ¿Quién puede hacer milagrosísimo solo Dios? También podrá ver su amor profundo por los hombres, al dar voluntariamente su vida para perdonarnos los pecados y abrirnos las puertas del cielo. ¿Y qué decir de la muerte? Cuando se tiene fe es simplemente un cambio de casa, de la tierra al cielo. Esa realidad no evita el sufrimiento que produce la muerte de un ser querido. Pero se cicatriza con la “esperanza”, porque sabemos que los muertos, no mueren del todo. Yo pienso que, si todo se acabase con la muerte, es difícil encontrar sentido incluso al esfuerzo por ser buena persona. ¿Para qué esforzarnos? ¡Comamos y bebamos que mañana moriremos! Sería probablemente un caos social. No obstante, para algunos, la muerte acaba con todo. Parece como si una persona no fuera nada más que una simple alta en el Registro Civil. Pero no es así, porque bien sabemos cada uno de nosotros que estamos compuestos de cuerpo y de alma, que es espiritual y por tanto inmortal. Al morir, lo que era cuerpo se convierte en polvo y ceniza; pero ahí no acaba la persona, pues ha de haber un destino para el alma. Y para los que tenemos fe, ese destino es la vida eterna: el cielo si nos hemos esforzado en hacer aquí la voluntad de Dios, o el infierno si la hemos ignorado.

    Hace tiempo que los ciudadanos de medio mundo pueden votar no solamente de manera presencial sino también, electrónicamente. Pero la nueva moda, viene desde plataformas que tienen la intención de cambiar el mundo, al menos, de hacer más partícipes a los ciudadanos para que puedan movilizarse sin necesidad de salir a la calle; para con un “click”, formar parte de una causa social o política. No es por meterme donde no me llaman, pero en alguna ocasión, al ver sus propuestas para votar por una causa social, he llegado a pensar, hasta qué punto podrán ser fiables estas páginas webs, donde cualquier ciudadano puede hacer de una denuncia, una recaudación de síes, e incluso, de dinero para financiar sus actividades en caso de que haya alguna asociación detrás. La última de “change.org” ha sido la del movimiento que se está expandiendo en las redes y que lleva por título: “Si no curras no cobras”. Y qué razón tienen estas personas que tan inteligentemente han pensado en mandar a los diputados al paro. Por cierto, otros movimientos están pidiendo no recibir propaganda electoral. También inteligentemente, esto se debe a que se puede ahorrar bastante, simplemente eligiendo nuestra papeleta en el colegio electoral. Una cosa más, es de vergüenza que ni los bancos se fíen de los partidos políticos. Ahora se ven obligados a pedir un crédito al Instituto de Crédito Oficial (ICO) por encontrarse en números rojos. Claro, después de tanto repetir elecciones se han quedado sin un euro en el bolsillo. Yo también soy de la opinión de este movimiento para estos “líderes endeudados”: “Si no curras no cobras”.