Gran actuación por los ucranianos

    12 may 2022 / 16:46 H.
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    Aunque aún estamos sumergidos en los coletazos de la pandemia, la normalidad, la de siempre, parece instalarse de nuevo. La covid, ese colega maldito, sigue muy presente en nuestras vidas. Sigue siendo un cobarde loco atacando a los más débiles, matándolos o dejándoles secuelas importantes. Al resto de población nos confunde sacando síntomas catarrales ligeros, temporales e invisibles, a veces, que no afectan al desarrollo de nuestras vidas. Lo cierto es que nos tenemos que acostumbrar y mentalizar a este acompañante. Un virus que llegó para quedarse y al que, aparte de respeto, hay que enfrentarse a él con contundencia y sin miedo. Pero lo peor está llegando tras la covid. Nos están tocando el bolsillo con dureza. Ya no sólo han subido los servicios esenciales, la luz, el agua, el gas. Nos acribillan en la cesta de la compra, en una simple barra de pan. Se está convirtiendo en un lujo comer fruta, beber leche o tomar carne, entre otros muchos alimentos. Pero lo que me parece abusivo es el cariz que ha tomado el poder entrar a un bar. Sabemos que es tradición tomarse un aperitivo, unas cañitas o unos vinos acompañados de su tapita. Entendemos lo mal que lo pasaron los hosteleros, que algunos tuvieron que chapar y que otros sobrevivieron con las ayudas, pero tomarse una caña hoy es un verdadero lujo. Beber esa deliciosa bebida cuesta de media 2,50 euros. Y normalmente no te tomas sólo una. Hay que pensarse dos veces entrar a un bar. Creo sinceramente que se están aprovechando del “todo sube” como excusa para clavarnos. De todas formas, los bares están a tope con estas temperaturas. Sus terrazas a rebosar indican que poco importan los precios y que nuestra economía fuera del hogar está boyante, no así de puertas para adentro, donde me consta las dificultades que muchos hogares tienen para cubrir los suministros. La pandemia no sólo está dejando miles de muertos, está poblando de cadáveres vivos nuestras ciudades y pueblos. Pérdidas humanas y ruina económica es nuestro futuro inmediato. Hay que parar esto si no queremos explotar. Los parados aumentan, los sueldos se congelan y los precios se disparan. Sean comedidos en los gastos, pero si se tienen que dar el placer de tomarse unas cañas, elijan al menos un buen lugar. Y, como no, para ese capricho, para saborear tapas, seriedad y profesionalidad, visiten El Capricho de Ortega, sin duda uno de excelentes locales para invertir esos 2,50 euros sin un sabor demasiado amargo. Aprovecho para invitar a todo Jaén a que visite el barrio del bulevar, esta semana de fiesta. El grupo musical ochentero “La Frontera” actuará gratis el sábado y el local antes mencionado es epicentro y parada obligada. Disfruten con responsabilidad.

    Al cumplirse el 50 aniversario de la Peña Flamenca de Jaén, deseo y espero que antes del 21 de junio se celebren al menos dos actuaciones de Flamenco en el mejor lugar de Jaén: Teatro Infanta Leonor. Si los aficionados responden, pasado el verano pueden celebrarse otras cuatro actuaciones más. Contratando a las mejores figuras de Jaén, su provincia y el resto de España, creo que estos seis eventos pueden tener un costo aproximado de 25.000 euros, pero estoy seguro que los ingresos por venta de entradas pueden superar los 50.000 euros y, por supuesto, sería un éxito comercial y artístico ya que serían muchos los aficionados de toda Andalucía que visitarían nuestra ciudad. En repetidas ocasiones he mencionado pen este Diario JAÉN el nombre de 40 ó 50 buenos artistas (en cante, baile y guitarra) que por poca cantidad de dinero vendrían encantados a actuar en la capital. Todo lo que realizo es por hobby y en beneficio de los artistas flamencos que llevan varios años pasándolo muy mal, y en ayuda del arte flamenco.

    La segunda guerra mundial, cuyo aniversario acaba de celebrar estruendosamente Rusia, fue ganada sobre todo por ésta y los Estados Unidos, contra muchos de los principales países europeos, activa o pasivamente fascistas, a quienes, como es obvio, les cuesta hoy recordarlo. La hegemonía de ambos ha sido, durante décadas, mundial, así como sus víctimas. Recordemos, en ese período, choques como la crisis de los misiles rusos en Cuba, así como los de la OTAN, que han ido cercando a Rusia desde bastantes países europeos. La guerra de Ucrania no es sino un episodio más de esa guerra, agravado por el mucho mayor poder actual de las armas nucleares y su posesión por otros países. Continúa, pues, como en otros países, hoy en Ucrania, la guerra Rusia-EE UU. No nos conviene olvidar la responsabilidad de tantos países europeos en su origen, ni el interés especial que debemos tener todos en actuar con diplomacia para que el conflicto no degenere una tercera —y quizá trágicamente última— guerra mundial.

    He de reconocer que no sabía, hasta que lo leí en nuestro periódico, el alcance que tiene una organización como Cáritas. Lo digo por la ayuda que está enviando a los refugiados de la invasión de Ucrania en largas y peligrosas fronteras donde acecha la muerte. Lo hace Cáritas Internacional con la ayuda en dinero de los jiennenses. Gran actuación. Enhorabuena.

    Cartas de los Lectores