Es duro estar
en silencio

    19 ene 2022 / 16:30 H.
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    Libertad, libertad cuantos crímenes se cometen en tu nombre, es el estribillo con el cual podemos repensar las cosas de nuestra realidad y la propia vida. Nuestra sociedad cada día por desgracia es más individualista y más materialista, y hay una serie de factores que la están dividiendo. No se trata de ser progresista o conservador, sino de volver a reflexionar sobre los valores éticos fundamentales, y si desde una óptica imparcial podemos decir mirando a través de ese espejo social, si problemas o cuestiones planteadas como la búsqueda del placer, la píldora del día después, el hedonismo, el materialismo a ultranza, la sensualidad, el ataque a la familia tradicional y su búsqueda de arrinconamiento en medios televisivos y series como Netflix, donde el patrón hombre y mujer, o padre o madre, o hijo, amigo, se desdibuja en medio de una serie de fantasías, muchas de ellas sensuales y sexuales, pero que excluyen la autenticidad de la persona, y el amor. No creo que el ser humano pese a la inteligencia artificial deba de estar condenado a ser un autómata, o simplemente un esclavo de sus deseos, o a dejarse de empujar como una hoja al viento. Netflix cuestiona la sociedad actual y experimenta con cambios de pareja express, controles del sistema, relojes de tiempo, usa el estrés como un elemento de redención es decir del que se puede sacar provecho, y nos expone una seudo sociedad idílica donde no hay ni dolor ni vejez... Ese modelo de cuestionar la sociedad y de sublimar los instintos en una metarealidad inexistente, no deja de ser un cuestionamiento alienante de valores tan fundamentales para el ser humano como su mismidad, su mirada hacia el arte y lo profundo, y hacia la conexión con el mundo, con la naturaleza y lo espiritual de forma auténtica. Siento decir que a quienes ven Netflix o lo realizan, que dibujan un modelo de ser humano, un tanto descafeinado y que enfrenta sus conflictos desde una esfera de lo sensual, antes que lo racional. Con ese mensaje del siglo XXI y quienes lo promueven sólo me cabe una pregunta ¿Realmente es necesario finiquitar el modelo de sociedad y familia tradicional actual? ¿No se puede construir la realidad desde el arte, el amor, la autenticidad y la mismidad de cada uno? La tecnología no puede imponerse a los valores humanos, no podemos deshumanizar ni a la sociedad, ni al hombre en favor del progreso y el nuevo paradigma de la realidad del siglo XXI a las puertas de la quinta revolución digital e industrial.

    Las últimas declaraciones del ministro Garzón no han dejado a nadie indiferente. Afirmar con rotundidad, que la carne que exporta España, “es de una calidad mejorable”, queda implícito la falta de responsabilidad de los productores cárnicos. Un hecho que el ministro Garzón debería haber aclarado con datos del correspondiente ministerio. Algo que todos estamos a la espera de conocer y sobre todo los ganaderos. Pero no parece que vaya a dar ninguna explicación a tenor del tiempo transcurrido. Este ministro debería tener una respuesta inmediata desde el cargo más importante en seno del consejo de ministros. Una respuesta que no cabe otra y que sería la de una destitución fulminante de su cargo sin ningún paliativo. Sus declaraciones seguro que van atraer unas consecuencias muy negativas en el consumo de productos cárnicos, sin duda. El empleo, a buen seguro, que ha recibido un fuerte “azote” que se traducirá en una difícil situación para muchas familias. No olvidemos otro aspecto en lo que habrá influido el ministro. Se trata de la desincentivación de inversión de las generaciones futuras en el campo. Si ya de por si el trabajo en el agro es duro con todo esto no es una receta que “cure” la resaca del campo en España. Al contrario, es un argumento grueso para la emigración hacia otros sectores productivos. Un camino descendente para la desertización poblacional del campo español. Todo esto ocurre cuando, llegan al gobierno de la nación, personajes como Garzón que ni siquiera conocen, ni se preocupan de lo que sucede a pie de calle. Solo buscan su beneficio personal sin importarles las consecuencias que pueden arrastrar por su analfabetismo social.

    es un honor repetir las palabras del título, pronunciadas estos días por la persona más honorable que tenemos en España y que más ha hecho por nuestro porvenir y nuestra democracia. Sin ninguna duda, una gran mayoría de ciudadanos españoles le hemos respetado, admirado y agradecido su labor en nuestro favor, pero llegaron unos politicuchos indeseables, que utilizan cualquier recurso para intentar lograr sus objetivos, y no tuvieron a nadie más cerca que a nuestro propio Rey emérito, al que quieren destronarle con miserables argumentos. Aprovechan que el pueblo se deja seducir con sus estúpidos discursos demagógicos y hacen uso de ellos para arremeter contra quienes pretenden eliminar de la vida pública. Desde su residencia en Abu Dhabi, durante un almuerzo, afirmó el Rey emérito, que se siente maltratado: “Es muy duro tener que estar en silencio. Estoy haciendo un sacrificio al estar callado. Lo hago por lealtad y patriotismo, pero esto es un tormento. Como dicen los viejos marineros: Al mal tiempo, buena cara”.

    Cartas de los Lectores