La gran colusión

    16 sep 2019 / 09:30 H.

    Estamos viviendo en el ambiente circundante, odios y tensiones constantes. Los ciudadanos en gran medida se guarecen a la defensiva, para evitar discusiones y enfrentamientos. Algunos planteamientos ideológicos con sus métodos de artimaña, se retraen con mucha astucia no manifestando el radicalismo de sus planteamientos, utilizando técnicas con precaución, manipulando y tergiversando la realidad, azuzando a las personas con falsas historias inventadas por ellos, con el fin de crear confrontación. Qué pena que se llegue a estos postulados por falta de formación y sobre todo de información verdadera. Nuestro país parece desconcertado, trastornado, porque se está acabando la integridad y honestidad de los que deben estar al servicio de los demás. La gente vive más agitada menos dichosa porque se va acercando el momento en el que se le va a apretar en las gargantas el ronzal de la imposición. ¿No es posible que aparezca la sensatez y transmitamos tranquilidad y respeto al que piensa diferente? No olvidemos nunca que los momentos memorables en la vida poseen una fuerza más intensa que el resto de las bagatelas que nos acontecen, por este motivo es fundamental que prioricemos lo importante, lo que necesita nuestra sociedad, para conseguir que esta logre un equilibrio y todos vivamos en armonía. ¿Qué está ocurriendo con nuestras democracias occidentales? El comunicar siempre la verdad con palabras transparentes e implacables, molestan y alteran a los que no la aceptan. Hay indicios de decaimiento en el ánimo de los que luchan a diario. Las pasadas generaciones de políticos e intelectuales, base y orientación de las concepciones actuales, se han aislado y en gran mayoría pasaron a la sombra. Es nuestro deber y obligación conocer y advertir de forma inmediata todo lo nefasto y a la vez dañino que acontece en cualquier rincón de nuestro ámbito.

    Ganancia de pescadores! Y revuelto está el panorama político en España por culpa de los “pescadores” que intentan sacar provecho de este caos que, como se repite en la historia, tiene su origen en una crisis económica que desemboca en otra social. Todo empieza a fraguarse con las movilizaciones ciudadanas por las consecuencias de la especulación de la banca y la caída del ladrillo como motor de la economía española. Familias que se quedan sin trabajo y, encima, pierden la vivienda por no hacer frente a las hipotecas. Ciudadanos desahuciados, como mendigos por las calles, sin otra alternativa que la protesta callejera que propicia la toma de la Puerta del Sol y la aparición del movimiento 15M. A este río revuelto pronto le salen los aprovechados pescadores, charlatanes de mucha palabrería y promesas celestiales para los indignados ciudadanos, con Podemos al frente, cuyo líder, orgulloso de vivir en un barrio popular de Madrid, iba a sacarnos de la caótica situación en la que los partidos tradicionales nos habían metido, anteponiendo siempre el interés general al partidista y personal. Sin embargo ahora vive como los señoritos en la mejor zona residencial y su único afán es ocupar un sillón de relevancia en el Consejo de Ministros. Las aguas en Cataluña empiezan a revolverse cuando al honorable patriarca del “clan del 3%”, que luego resultó ser del 4%, se le investiga judicialmente. Hasta ese momento el honorable había sido pieza clave para la gobernabilidad de España, pero pensar que iban a tocarle el tesoro que había “heredado”, le hicieron virar hacia el independentismo, rumbo que siguió Arturo, no el de la mesa redonda, luego el fugado y ahora el de los lazos y banderas en los balcones. Pues a ese río revuelto echa el anzuelo patriótico Alberto Rivera, un autodenominado liberal que iba a enterrar los conatos de ruptura territorial y, además, terminar con la corrupción en España. Pero repleta la red, el pescado se lo come ahora en Madrid, comunidad que gobierna con el único partido que ha sido condenado judicialmente por corrupción, junto con la antítesis del liberalismo, cuyos líderes piden un muro en Ceuta y Melilla a imagen del que quiere Trump en la frontera con Méjico. El que acuñó lo del “no es no”, ahora pide la abstención a los que antes se la pedían a él y les decía que no, aunque su partido, en un gesto de responsabilidad, facilitó la formación del Gobierno del PP. ¿No deberían hacer ahora lo mismo en las aguas turbulentas que inundan el país? Pues no lo hacen porque su interés no es el de los ciudadanos, sino el de desgastar a los autodenominados liberales y a los ultras para volver al bipartidismos que ha gobernado España desde la democracia. Jesucristo dijo a Pedro que dejara la red para convertirse en pescador de hombres. ¿Habrá sido Satanás el que ha hecho a esta chusma pescadores de inocentes ciudadanos?.

    Otra vez vuelven a presionar para alcanzar un pacto de Gobierno entre PSOE y PP al que llaman la “gran coalición”, aunque yo, lo llamaría la gran colusión. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, colusión es un “pacto ilícito en daño de tercero”. Lo de ilícito lo cambiaría por contra natura. El daño a tercero está claro: todos los que votaron progresista en abril y que, de llevarse a cabo, verían de nuevo políticas retrógradas, sobre todo en economía. Sensatez, por favor.