El Papa y su postura ante la guerra en Ucrania

    15 may 2022 / 16:42 H.
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    Toros, osos, ballenas, tiburones, cisnes negros... Hace tiempo que la fauna se introdujo en los mercados bursátiles. Las criptomonedas nacieron con el propósito de descentralizar el mercado, utilizando el “blockchain” (cadena de bloques) para registrar transacciones sin intermediarios. Eso enfureció al sector financiero al no poder llevarse comisión de cada transacción. Las grandes subidas porcentuales nunca vistas hasta entonces engancharon a la juventud, pero la mayoría llegó tarde. Era un sistema revolucionario que no se movía al ritmo de tendencias en Wall Street. Por una vez podríamos tomar las riendas de nuestra propia economía. ¿Qué ha pasado? Que después de años poniendo palos en las ruedas para hundir este mercado, al ver que la capitalización de criptoactivos se disparaba, la banca y los gobiernos dijeron: “yo tengo que sacar tajada de todo esto”. Y así fue como se acabó el chollo. Las grandes ballenas aún siguen controlando el mercado aunque ahora hayan fiscalizado sus rendimientos. El joven inversor a “holdear” y esperar que pase la histeria vendedora (que hay que venir llorados de casa). El futuro cripto es una moneda al aire, nadie lo sabe con certeza, hay analistas para todos los gustos. ¿Que todo el mercado se basa en un esquema Ponzi? Puede ser, pero no más que “fabricar” miles de millones por la Reserva Federal de EE.UU. o el BCE, para hacer frente a la pandemia o financiar la guerra en Ucrania. ¿Ese dinero “fabricado” de dónde sale? ¿Se respaldarán con chocolatinas en forma de lingotes?

    Hay momentos optimistas en los que pienso que la sociedad es capaz de crear micro vacunas contra ese futuro de regreso al peor pasado que se intuye en unos peligrosos que, además, piden que les votemos, dado que el entorno no vería bien “argumentos” como los de aquel 18 de julio de tan infausto recuerdo. Siempre he conducido con la radio, pero no recuerdo haber escuchado tantas veces y en tan poco espacio de tiempo la canción que Flans lanzó en 1985, cuando La Movida. Será porque ahora tampoco estamos quietos, tengamos o no músicas que hagan compañía a ilusiones o recelos. Por ejemplo, en el mundo rancio, Marta Sánchez decidió deletrear un himno. ¿Qué les pasaba por la cabeza a los creadores de “No con troles”? Quizás la alegría de una sociedad en la que la gente, por fin, se podía divorciar. Tampoco sabemos a ciencia cierta qué impulso mueve a quienes deciden emitir hoy aquella canción. Puede que las muchas veces que la escucho sin buscarla sean casualidades todas. O quizás se trata de una resistencia musical inconsciente contra el cóctel ambiental de un acoso machista que no retrocede más la “novedad” del espionaje que todo lo controla desde el móvil. Yo tampoco sé porque hay temporadas en las que me da por escuchar el “Clandestino” de Manu Chao y en cambio, otras, el “Venus” de Shocking Blue. Y pocas cosas como la duda para alimentar los mejores sueños. Es evidente que “No con troles” nunca será la “Grândola Vila Morena” que fue santo y seña para colocar flores en las puntas de unos fusiles que abrieron las puertas de la democracia en Portugal, tan cerca de España y a tantas víctimas de distancia. Pero aquí estamos acostumbrados a morir violentamente. Viva la risa, pues creo que en España no será una canción sino un chiste triunfador lo único que podría convocarnos a limpiar un Estado con tanta porquería que, del juicio a uno de sus dos inviolables se tiene que encargar el mismo país que inventó los temporales para convertir en vencible la Armada que un tal Felipe II, y vamos por el VI, les envió con ánimo de destronar a su reina y conquistarlo. Saharauis, hasta nunca. ¿Gibraltareños, nos dejáis pasar?

    Con esa temática, Le Monde acaba de publicar un artículo de un periodista, con citas de Francisco, que el 3 de mayo, a la pregunta de si es justo dar armas a Ucrania contra la agresión, ha dicho nada menos que “No sé cómo responder”. Esa ha sido la respuesta del Papa ante la guerra que tiene lugar en Ucrania en estos momentos. Sin entrar a juzgar su reacción personal, de quien tendría de suyo que dar pautas concretas de actuación, ya sus declaraciones anteriores muestran la complejidad del tema, sobre lo que todos —incluso laicos— deberíamos reflexionar y, a nuestro nivel, actuar ante todo lo que está pasando a nivel global. Desde el principio, Francisco condenó la guerra, reclamó parar los combates, pidió no echar toda la culpa a Putin y denunció como provocadores “los ladridos de la OTAN a las puertas de Rusia”. Después renunció a su iniciativa de una meditación conjunta de una rusa y una ucraniana, ya que los ucranianos interpretaron que equiparaba sus responsabilidades con las rusas. También, como ya en otras ocasiones, tras las nuevas armas nucleares, se negó a utilizar el antiguo concepto de “guerra justa”, que exigiría “unas oportunidades serias de éxito” y de “no provocar males mayores”. Ojalá estos datos nos ayuden a enfocar mejor nuestra tan urgente y necesaria, —incluso para nosotros mismos, moral, política y económicamente—, actuación ante esa guerra.

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