Una administración gravemente politizada

Según un reciente informe de la Organización de Cooperación al Desarrollo (OCDE) para sus 36 Estados miembros que lo integran, España es, tras Turquía, el país donde se producen más ceses y nombramientos en la Administración cuando cambia de Gobierno, provocando que personas no cualificadas y sin experiencia en puestos similares —como ocurrió hace poco con el director de Emergencias de la Región de Murcia, Pablo Ruiz Palacios, que se marchó al teatro en plena crisis— ocupen cargos que deberían estar dirigidos por competentes funcionarios de carrera. Y frecuentemente, medidas útiles y necesarias que se han implementado o se iban a poner en marcha, son anuladas por pueriles motivaciones políticas. Por el bien de todos, y para no dañar más la imagen de las instituciones, es hora de acabar con esta práctica, profundamente arraigada en nuestro sistema político, que choca frontalmente con lo que ocurre en países tan avanzados como Canadá, Holanda, Japón, Alemania... Si queremos ser una sociedad progresista, miremos al futuro dejando el nepotismo y amiguismo arrinconados en el pasado.