Y se hizo la luz

17 dic 2018 / 11:34 H.

Las calles se llenan de luces, cuelgan de las paredes y los árboles, derrochan potencia y color, y consumen millones vatios en los días más brillantes del año. Luz artificial para levantar el ánimo, un ánimo intacto con 12 meses de antigüedad, el mismo que estrenamos la navidad pasada cuando el único propósito de enmienda que deberíamos haber hecho es ser más felices. Sin embargo, existe otra luz, una luz que portan seres especiales, seres que se deslizan por el mundo iluminando la vida de otros seres, apareciendo como estrellas fugaces surcando el cielo y permaneciendo como antorchas ardiendo en la mitad del mundo. Ellos son así, caminan ingrávidos sobre los días de hábito incontenible, se derraman como almíbar caliente sobre la rutina e iluminan todos los rincones para dejar a la soledad sin cobijo. Esos seres de luz desconocen su materia, pero conocen a la perfección su misión en el mundo, la ejecutan en forma de caluroso abrigo, te desvisten de la coraza y hacen alarde extremo de su incandescencia cuando se posan sobre tu existencia para recordarte que el único propósito de tu vida es ser feliz. A mi flaca.