Y llegó...

Y llegó el coronavirus, y con él se acabaron desde las mascarillas para pintar hasta los geles desinfectantes hidroalcohólicos. Por whatsapp nos llegan miles de peculiares recomendaciones de “expertos y cuñados” y las contrarias. Unos medios nos alarman dando cifras a cada instante, como en los maratones benéficos de Navidad, mientras otros contraponen datos mortales de la gripe “de toda la vida”. El Ministerio saca un canal de telegram para informar, y su credibilidad hace que dudemos si es para controlar el alarmismo por los efectos sobre el turismo. Se cancelan eventos internacionales, se repatrian erasmus, empresas, como Ericsson en Málaga, piden a sus empleados que trabajen desde casa, los servicios sanitarios que no acudamos a ellos sino que usemos el teléfono... busquemos lo positivo: probemos las posibilidades de teletrabajar, potenciemos el comercio local (por no acudir a grandes centros comerciales ni comprar directamente a China), mejoremos la higiene, que a algunos falta les hacía, aprendamos a detectar “fake news” y a los que las generan o propagan, y aprendamos que la información científica contrastada es la que nos debe guiar en nuestras decisiones especialmente en temas de salud.