“Violencia eres tú”

    30 oct 2019 / 10:13 H.
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    Lastimoso tener que echar mano de algo tan poéticamente evanescente como la frase de Bécquer para situarnos en plano frente a esa vorágine que nos acecha subiendo en el mapa arriba a la derecha.

    Violencia eres tú, que no poesía. Violencia eres tú, que no sonrisa. Violencia eres tú, que no paz. Cuando se antepone el fuego a la palabra, el horizonte se rompe para dejar de abrazar un amanecer luminoso y solo nos ofrece la lágrima del crepúsculo reflejada en el casco manchado de un policía luchando contra la barbarie.

    El pacifismo no puede derivar en choque. La alegría no puede devenir en encontronazo. El derecho a expresar una idea no ha de pasar sobre el deseo de quienes no la comparten. No es de recibo alterar el normal desarrollo de la vida diaria de quien no es afecto a tus algarabías por muy razonadas que creas presentarlas. Violencia es asaltar la cotidianeidad, apalancarse sobre el asfalto, los raíles, las dependencias oficiales o la tranquila vivencia de aquel que comparte paisanaje, aunque no deseo de ruptura.

    Desear que la luz de las hogueras ilumine las primeras páginas de los noticiarios es, sencillamente, repugnante. Impedir que una mirada se pose en un futuro distinto al presentado por la oficialidad desprende un hediondo aroma que debería hacernos reflexionar.

    ¿Qué está pasando? ¿Qué ha nublado el entendimiento de quienes anteponen su horma activista al sentido común de quien gobierna para toda la ciudadanía y no solo para los que aplauden sus sinsentidos? No se puede apelar al dialogo si nos basamos en la cerrazón. No se puede exigir sentarse en una silla imaginaria que carece de patas serias y concretas sobre las que construir. No se puede desear lo ilegal por muchas veces que se haya inducido a pensar que es posible alcanzarlo con la mano.

    Y, finalmente, no se puede permanecer inane, ante los desafíos. El imperio de la ley, bajo el manto de la Constitución, el hálito estatutario, no merecen ser masacrados. El camino de la violencia no huele a futuro. Solo a ciudad quemada.

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