Villancicos

12 dic 2019 / 11:01 H.
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Los grandes eventos que celebramos en nuestro país y especialmente en Andalucía, están acompañados, jalonados, definidos podría decirse por músicas populares creadas para cada caso. No se entiende la Semana Santa sin saetas ni la Navidad sin villancicos, como en nuestra ciudad las lumbres de San Antón deben estar siempre animadas por los melenchones. Ahora, es tiempo de villancicos que, como todas las manifestaciones artísticas populares tienen épocas de más auge que otras, aunque tomaron relevancia desde el siglo XV. Suelen tener una música coral, pegadiza y unos versos poéticos alegres, con dulzura y también fáciles de recordar. Son canciones con matices infantiles propias para ser cantadas en grupos pequeños o grandes coros. Los villancicos son como la voz de la Navidad, la que nos trae sus mensajes y cobra una enjundia diferente cuando se trata de un villancico flamenco. No tengo muchos testimonios de grandes cantaores de flamenco que grabasen un villancico. Los cantó y grabó con grandeza nuestra inolvidable Rosario López y nuestro paisano Juanito Valderrama también tiene una grabación de un villancico con acompañamiento coral. Quien sí grabó más de uno, con su peculiar estilo flamenco fue Juan Pérez “Canalejas de Puerto Real”, que se casó en Jaén, formó aquí su familia y en nuestra ciudad vivió hasta su fallecimiento en 1966. Pero el villancico tiene su hábitat, su razón de ser, en el pueblo, que lo sigue cantando con la misma alegría de siempre aunque las costumbres se vayan amoldando a los tiempos y los niños canten cada día menos aquel villancico que servía para pedir el aguinaldo. En el libreto de la zarzuela “Mar de Plata”, que escribí y se estrenó hace cinco años, con música de mi fraternal Manuel Vílchez, se quedó fuera un villancico que, por las prisas y circunstancias de última hora, no se pudo incluir en la obra. Tenía varias estrofas y su estribillo y la primera decía así: “Por el cerro Santa Catalina, una luz divina nos viene a decir que un precioso Niño, brindando cariño, nos va a venir, haciéndonos un guiño contento y feliz”. Este era el estribillo: “Y es que el Niño, que nació en Belén, hizo su hatillo cogió el caminillo y se vino a Jaén”. Yo tengo solo la letra, pero seguro que Vílchez tiene guardada la música y, pensándolo bien, a mí no me desagradaría que una Navidad sonase por estos pagos jaeneros.

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