Vidas ejemplares

04 may 2016 / 17:00 H.

Los numerosos libros que existen en las bibliotecas sobre vidas ejemplares suelen ser muy recomendables para aprender de hombres y mujeres que supieron emplear sus vidas en pro de la humanidad. Vidas ejemplares siempre las hay, aunque quienes las llevan no suelen ser blanco de los “paparachis”.

Estas personas no interesan para intervenir en “realitys” televisivos. No harían audiencia. No es sólo que no interesen los sabios, los filósofos ni los santos, sino que no se es apto para un “reality” por el simple detalle de ser bien educado. ¿Qué futuro tendría en “¡Sálvame!”, “Gran hermano” o “Supervivientes” una persona de buenas maneras, discreta, generosa y sin tener a sus espaldas una historia más o menos sospechosa? Programas con concursantes de este perfil podrían verlo los niños, pero a los mayores no les interesa.

Cuando todavía no se ha apagado el eco de las lenguas mordaces de los personajes de vida ejemplar de “Gran hermano vip”, ya están cubriendo de mugre intoxicante el cielo de Honduras muchos de los participantes en “Supervivientes”. Y esos humos ya se han extendido, a través de la pequeña pantalla, por millones de hogares españoles. Nadie tiene la culpa. La televisión pública es un negocio y ofrece al público aquello que más le gusta. Nadie ignora con qué intención se hace el casting y lo que se pretende. Yo lo veo también de vez en cuando. Por eso puedo opinar de su contenido. Y aunque algunos de los protagonistas son insoportables, la verdad es que se puede aprender bastante de ellos. Lo bastante para desmitificarlos. Porque lejos de la parafernalia, cara a cara con la naturaleza, hay valientes de plató que se quedan desnudos y se derrumban. Como le está pasando a Mila Ximénez. Mila, la devoradora de personajillos de poca monta, de esos que suelen vender por unas monedas en el plató de “¡Sálvame!” o “Deluxe” sus miserias y las del prójimo, se ha abatido. En la selva no valen los ataques dialécticos.

Y, ella, que tan duramente enjuició a otros concursantes de anteriores concursos, está arrastrándose por la isla, llorando y gimiendo, totalmente desbordada por la realidad de un hábitat hostil que precisa de una entereza, una valentía, muy distintas a las que ella exhibe en los platós. La experiencia puede ser buena si Mila Ximénez sabe aprender de ella y la hace más humilde.