Vica y el Real Jaén

28 dic 2019 / 11:15 H.
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De niño acudía yo en agosto a última hora de la tarde a La Cruz para ver Jaén en forma de herradura y divisar el estadio de La Victoria, donde se movían unas figurillas sobre el césped: Eran los jugadores del Real Jaén entrenando. Mi abuela tenía una pequeña casa de campo junto a la carretera del Neveral. Las cigarras habían dejado ya de cantar —ese sonido quieto y cálido del verano— y olía intensamente a pinares. Los ruidos de la ciudad llegaban opacos, casi fantasmales. Yo había leído y releído por la mañana la crónica de Vica en Diario JAÉN. Solía insistir en la necesidad de que hubiera muchos socios, lo antes posible, para que se llenaran las arcas y el club pudiera firmar buenos futbolistas. Asunto, el de los abonados, que Vica, con su amor infinito al Real Jaén, repetía todos los años. Vica escribía largas crónicas de los partidos del Jaén, que se publicaban el martes, porque cuando entonces no había periódico el lunes, con un estilo sobrio y hermoso. Y en la edición del miércoles, a finales de los 60, calificaba a los jugadores: Mal, regular, bien y superior. El breve comentario sobre cada futbolista iba acompañado de un dibujo, que siempre era el mismo según la nota obtenida. Representaba a un jugador del Jaén, de blanco, con el escudo, y tocado con un sombrero cordobés. “Superior” consistía en un futbolista subido a un pódium, saludando, entre el aplauso.

Vica significaba Jaén. Y para mí, que casi no lo he tratado personalmente, ha simbolizado siempre el buen periodismo. Solo viví mis primeros nueve años en Jaén, pero las crónicas de Vica me han acompañado siempre. En cierta medida fueron el puente que me vinculaba a Jaén. El Real Jaén, a partir de 1958, ha tenido una historia árida, apagada, triste —salvo alegrías como el reciente (3-1) al Alavés—, pero Vica ha sido un periodista de primer orden, con una muñeca sensacional para la escritura y un estilo voluntariamente invisible. A finales de los 70, mientras estudiaba la carrera, yo colaboraba en Radio Popular de Madrid en el programa “Madrid Deportes”, que dirigía Luis Sanjurjo, se emitía los domingos de 11:00 a 14.30 horas, y consistía en un carrusel deportivo con los equipos madrileños de categorías inferiores. Sanjurjo insistía: “Recordad que hablamos para hombres y debemos ser muy madrileños”. Pero me tocó cubrir un Getafe-Real Jaén de la entonces recién creada Segunda B en el viejo Las Margaritas. “Sé objetivo”, me repetía yo. El partido, emocionante, transcurría 0-0 y me dieron barra libre para radiar íntegros los minutos finales. Casi en el último instante el balón llegó al borde del área a Carracedo, ariete del Jaén, controló, dejó que botara, y marcó un tanto memorable.

Yo sabía que tenía que decir “gol” de forma seca y explicar fríamente la jugada, pero me acordé de Vica, de la pasión con la que yo leía sus crónicas, imaginé a Carracedo calificado de “Superior”, y solté un interminable “goooool, goooool, del RRReal JJJaénnn”, que me salió del alma, de la vida, del recuerdo del olor a tinta impresa de Diario JAÉN, de mi infancia, de aquellas fugurillas que veía entrenar en La Victoria desde La Cruz, y esa remota admiración hacia Vica provoca que ahora siga desde la lejanía cada domingo el partido del Jaén en Tercera, como si fuese una final, porque el Real Jaén es una pasión inútil, pero una maravillosa pasión con firma de José Villar Casanova, Vica.

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