Verano y precios

    03 jul 2022 / 16:38 H.
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    Pues ya llegó el verano, con todas sus letras, su calor, su bochorno y sus cuarenta grados a la sombra en Jaén. Ya llegó ese momento donde me harto de escuchar: “Ahora dos meses de vacaciones, qué bien vivís los y las docentes”; a esto tengo que decir que pocas son, entre cambios de ley, burocracia, preparar clases, corregir, formación, desarrollar proyectos, motivar al alumnado (casi imposible hoy en día), la masificación de las aulas, atender a la diversidad del alumnado con una falta de recursos humanos y materiales enormes... Pues dos meses de vacaciones pocos son. Además, que les invito a ustedes a estudiar la carrera y prepararse las oposiciones, que aquí, en educación, casi todos tenemos cabida. Pero a lo que voy, que ya llegó el verano y ya se deja caer esa idea de que Jaén se muere, y que todo el mundo huye de esta ciudad para buscar un hueco donde sea, si bien es cierto que, con la que está cayendo económicamente, no creo que este sea el verano en que todas las familias tiren la casa por la ventana y disfruten de unas vacaciones. Creo que este año toca ajustar el bolsillo. La subida de los precios en general nos asfixia. La subida de los precios en los productos de primera necesidad nos está haciendo la vida insoportable y nos está llevando a situaciones límite. Pero aquí seguimos la sociedad, sentada en el sofá, pensando que en la barra del bar todo esto lo hablamos y lo solucionamos con la indignación. Porque hemos demostrado que el único derecho de esta pantomima de democracia que vivimos tampoco lo aprovechamos. La abstención en las últimas elecciones andaluzas ha sido elevada, y para mí bochornosa. Entiendo perfectamente que estamos desencantados, que vivimos sabiendo que nos roban y nos mienten, que se llenan los bolsillos y se dedican a echarse cosas en cara en lugar de proponer soluciones... Entiendo perfectamente que la política ya no interesa y que hemos normalizado su corrupción y su dejadez. Pero lo cierto es que, aunque no estemos en la misma línea de ningún partiducho, aunque no estemos totalmente convencidos con ninguno, siempre hay alguno que defiende lo que sabemos que no queremos, y ahí es donde nos debemos agarrar, a evitar lo que no queremos. Nos cansamos de todo, criticamos la subida del precio del diésel y de la gasolina, del pan, de la luz, de la fruta... Nos quejamos de todo pero no salimos ni a la calle a protestar y a reivindicar nuestro derecho a vivir dignamente, ni acudimos a las urnas a manifestar nuestro desacuerdo, o nuestro deseo de cambio. Seguimos siendo ese país de pandereta donde las redes sociales se inundan de memes y chorraditas varias ante la indignación, pero que es incapaz de luchar realmente por su dignidad.

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