Una verdad indecente

    02 oct 2022 / 16:00 H.
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    Aveces la verdad es tan cercana que no la vemos, o quizá nos negamos a mirar. En un Planeta donde cada minuto muere un niño por hambre y/o desnutrición, se tiran unos 1.300 millones de toneladas anuales de alimentos a la basura, el equivalente al 30% de la producción. Este dato pone sobre la mesa el miserable proceder de una sociedad más interesada por el orden económico, el bienestar individual. Ya no solo es que la Tierra va camino del colapso, es evidente, no se puede seguir produciendo a un ritmo insostenible, es que la mitad de sus habitantes, los que viven en ese llamado mundo desarrollado, viven de espaldas a la más mínima condición humana de decencia. Tirar alimentos debería estar penado, mueren miles, millones de personas porque no tienen qué llevarse a la boca. Hace unos días, un cooperante que pasa meses en África, me hizo parar a la altura de un contenedor de orgánicos, en plena calle, lo abrió y sentenció “con lo que hay en este contenedor, podrían comer los habitantes de la última aldea de Somalia donde estuve durante toda una semana”. Brutal y real dato.

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