Una muerte anunciada

    08 sep 2021 / 17:03 H.
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    Falta un año, justo, para que el equipo de fútbol de nuestra ciudad, el Real Jaén Club de Fútbol, cumpla cien años. Fue en agosto de 1922 cuando nació de la mano del conocido médico, Juan Nogales. A lo largo de su dilatada trayectoria el equipo ha experimentado cambios de nombre, ya que en 1929 pasó a llamarse Sociedad Olímpica Jiennense. Cambios de colores en su equipación, ya que por aquel entonces lucía camiseta roja y pantalón azul. Y, si bien es verdad que no puede alardear de tener un pasado plagado de éxitos, sí es cierto que ha sido capaz de proporcionar a la afición un gran entusiasmo, pues, durante ciertos periodos, escasos, desde luego, gozó de cierta fama, como cuando militó tres temporadas en Primera División del fútbol español. Sin embargo, los variados avatares a los que viene enfrentándose desde que se convirtió en Sociedad Anónima Deportiva, a principios del siglo XXI, lo están llevando por unos derroteros muy difíciles de superar. Cierto que, desde que tengo uso de razón, recuerdo al Real Jaén dando trompicones, lo que le ha hecho tambalearse en numerosas ocasiones. E infinitas han sido las veces que ha decepcionado a sus seguidores, unas veces por los resultados del partido, pero principalmente, por los excesos, la mala gestión y las deslealtades que lo han rodeado. No obstante, pese a las deudas apremiantes, los concursos de acreedores y el incumplimiento de compromisos adquiridos, situaciones dramáticas todas ellas, siempre ha conseguido seguir adelante. Sin embargo, la actualidad del club se muestra muy oscura e imprecisa. Los asuntos judiciales planean sobre él, y no se percibe ningún argumento defensivo contundente. Más bien parece que toda la estrategia desplegada estos días, va dirigida a ganar tiempo al tiempo, mientras espera que el Ayuntamiento de la capital, una vez más, le lance un salvavidas, igual que ha hecho en todas las ocasiones anteriores, lo cual, a esta altura de la película, poco contribuirá a la supervivencia del equipo, pues, en definitiva, se trata de la crónica de una muerte anunciada.

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