Una acuarela de esperanza

    12 may 2021 / 10:19 H.
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    Un hermoso jardín donde la primavera se había posado en él, con la suavidad de una mañana que acababa de despertar, con su luz brillante, el alma de la aurora. Un camino lo divide perdiéndose en la lejanía del papel, avanzando hacia la libertad, hacia cualquier lugar donde la negra reja no pudiera atraparlo. Había crecido hierba sobre el albero de su tierra, las huellas detenidas no podían hollar el suave pavimento y dejaban pintar el verde sobre el amarillo y ocre de su tono. La reja se alzaba alta y esbelta impidiendo el paso, pero dejando sentir el aroma, la belleza y el colorido de la vegetación. Las rosas pitiminí alfombraban el espacio con la caricia de sus rojos y blancos pétalos, con la dulce ternura de su perfume que se escapaba tras los negros barrotes. El verde es un estallido de frescura, de vida y sobre todo de esperanza. En toda la composición se aprecian las distintas tonalidades del color de las plantas, brillantes, apagados, claros, oscuros, suaves o ásperos en el tacto, que deja en los sentidos una llamada de atención a encontrarse con la naturaleza, a dejarse invadir por ella, notando en su mirada cómo la vida vuelve a pesar de todo, vuelve a mostrarnos una luz de esperanza, aunque la tormenta aciaga que vivimos quiera derrotarnos. La belleza se asoma a nuestros ojos, la riqueza de la vida se muestra ante nosotros con la armonía, la calma, la dulzura de una obra pictórica llena de matices que nos dejan soñar, nos dejan escapar por el camino de la vida. Y al final las acacias con sus hojas y espinas, sus flores amarillas dejándose cubrir con esa luz, que el día al astro rey encarga que se cuele entre sus ramas, dejando sensaciones, de armónicos destellos, calando estremecida. El cielo azul contemplando la escena se mantiene discreto, no quiere interrumpir el verde colorido y se viste de suaves tonos, dejando que las nubes pinten de un blanco suave el firmamento, para no entorpecer el sueño de los que anhelan volver a recuperar la vida sin límites, sin horas, ni espacios reducidos... Esta acuarela es una composición de realidad y fantasía, es un canto a la vida, a la esperanza, a la amistad... un canto a la poesía.

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