Un peligro inminente

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Ahora que los campos reposan. Ahora que se terminó el tráfago del olivar. Ahora que esas riquezas se convierten en altísimas montañas verdinegras en las almazaras. Ahora, justo ahora, se respira paz en los campos de Jaén. Como todos sabemos, cuándo el sol aprieta con fijeza por estos pagos del Santo Reino hay que huir a lugares más frescos. Se hacen maletas y se marchan las familias a las playas más próximas o hay que recurrir al cortijo de los padres u optar por hacerse el chalecito en las afueras con su piscina. Siempre ha sido así. Hoy surge el temor por dejar la vivienda mientras se veranea. También los okupas ya más “elitistas” se fijan en chalets del campo. Jaén era una ciudad tranquila donde se vivía bien, se educaba recto a los hijos. El jiennense es apacible y discreto. La gente nos respetábamos Ahora todo parece cambiado en un puro revoltijo de pareceres. La política actual ha permitido que el que no tenga casa ocupe viviendas que estén vacías. Aquí es donde crujen los dientes. Por todo el país se han ocupado viviendas, ha sido el descontento general. Las personas que lo han padecido clamaban al cielo y juraban en arameo. Con todas las razones del mundo.

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