Un gobierno progresista

    22 nov 2019 / 10:26 H.
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    La pragmática estudia las circunstancias en el uso del lenguaje. Pero si alguien es pragmático, se asocia con quien actúa obedeciendo a la práctica de las acciones y sin dejarse coartar por la teoría. Me hace mucha gracia, en ambos sentidos, que la palabra “progresista”, al juntarse a ese otro vocablo tan desgastado que es “gobierno”, se esté aplicando como música de encantamiento de serpientes. Así, ahora que estamos todos encantados con esa posibilidad, sospecho que muchos hablantes lo identifican con un gobierno “guay” y un poco más relajado que el que proponen todos esos “abascales” y “casados” que parecen tan ofendidos con todo. Que nadie entienda esto como una defensa de un extremo u otro: yo ya tengo bastante con ir a depositar el voto con una papeleta llena de nada dentro. Alguien me decía antes de las elecciones que la única forma de salir del bloqueo político era que quien sea de derechas se deje de exaltaciones patrióticas y vote al PP; y que los de izquierdas se olviden de los cantos de sirena “neoliberindepes” y voten al PSOE. Lo cual significa encogerse de hombros “gürteliana” y “EREmente”, aceptar la corrupción y, de paso, cagarse en la pragmática. Y eso es algo a lo que algunos no estamos dispuestos.

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