Un alcalde que vale un potosí

18 ago 2019 / 17:19 H.

Tiene un don tan especial Alfonso Sánchez Herrera que le permite ser, seguir siendo sin ya serlo, lo que certifica la grandeza del personaje, porque fue alcalde al que han seguido otros cuatro alcaldes y a él todos seguimos llamándolo alcalde. Es y seguirá siendo el eterno alcalde de Jaén por la gracia del pueblo divino, que lo respeta, lo quiere, incluso lo adora, mismamente porque nunca estuvo en un pedestal, que lo suyo no era el despacho ni el boato al que nos tienen acostumbrados los ediles. Hablamos de un señor gestor que se metió a hacer política y lo trasquilaron los suyos, pero nunca dejó de ser un caballero de la política y hoy, veinte años después de todo aquello, sigue tan activo su aval político como vigente su don de gentes. No es lo mismo un acto pomposo y oficial o un sarao sin corbatas ni pamelas, con o sin Alfonso; es como la noche y el día. No ocupa espacios ni tapa ausencias de otros, aligera tránsitos oficiales e incluso despierta conciencias, sin requiebros y a pecho descubierto, que Alfonso es carne viva. A carcajada limpia transita por la vida y eso se agradece. Alfonso es inclasificable y bondadoso, único e inabarcable, le da a todos los palos y todas las tertulias se merecen los mejores condimentos; lo suyos, los mejores. A su manera, de su alma y su armario cada chascarrillo y cada chiste de ese inagotable manantial de vida recogido por las calles y tabernas de esta su Jaén querida. Ahí fue descubierto para la causa pública, en un bar, precisamente por su trasiego continuo en las barras derrochando amistad. Este cronista lo conoció en los lejanos ya ochenta subido a una silla, proclamando el compromiso fehaciente y desternillante de que si era elegido alcalde pondría “aire acondicionado en las calles”. Fue en el ya extinto “Zurito” de Correa Weglison que tantos frecuentábamos los dos, porque a ninguno nos da corte decir que nos gustan los bares. Desde entonces le profeso pleitesía, mas los desencuentros propios de nuestros cargos han sido solventados siempre con su gracia innata y su corazón inmenso. Al alcalde y amigo del alma Alfonso Sánchez Herrera lo quiero una barbaridad; vale un potosí en perejil, ochíos y lo que se tercie. Ea.

Tan lejano su periplo político como cercana e imprescindible su presencia mundana en este Jaén nuestro por él amado. Alfonso Sánchez Herrera es un alcalde imprescindible en la historia de la capital y su bonhomía no tiene parangón.