Todos mileuristas

17 dic 2019 / 08:50 H.
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El presidente de Gobiernos nos ha anunciado en la última semana que tras las negociaciones con Podemos contemplan una subida del salario mínimo interprofesional a mil euros para el 2020. La medida les permitiría ir adelante con sus compromiso electorales de llegar a un SMI de 1.200 euros en 2023, para acercarlo al 60% del salario medio. Esta nueva subida generará sin duda nuevas tormentas catastrofistas, como las que ya generaron algunas instituciones el pasado año, cuando el Banco de España, el BBVA y la propia CEOE, alertaron de la destrucción de empleo que la medida generaría. Finalmente la subida del salario mínimo a 900 euros se produjo y no vino acompañada de esa supuesta destrucción de empleo. Frente a estas opiniones, otras instituciones como la OCDE declaran que lejos de ser un freno para la actividad económica, la subida del salario mínimo supone un crecimiento más inclusivo. En esta misma línea se han venido pronunciando los premios nobel de economía Krugman y Stiglitz, quienes han manifestado que aumentar el salario mínimo no supone destrucción de empleo, por el contrario aumenta el mínimo de protección social de los trabajadores más vulnerables, reduciendo la desigualdad y los riesgos de exclusión.

La subida del salario mínimo a los 900 euros actuales ha permitido en España mejorar los salarios de los trabajadores más precarios, especialmente los jóvenes y, sobre todo, avanzar en una nueva política de rentas más justa. Esto tiene que permitir ir reduciendo progresivamente el fenómeno de los “trabajadores pobres” que la crisis nos dejó. Los sindicatos llevan reivindicando esta medida desde hace décadas y si finalmente el gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se conforma, todo indica que será una de las medidas estrella. Como en EE UU, la subida del salario mínimo se considera siempre una medida muy ideológica que separa a izquierda y derecha. Pero más allá de ideologías como recuerda el economista inglés Guy Standing —que popularizó el término “precariado” para definir a esos trabajadores pobres—, parece claro que los salarios en la economía globalizada no van a subir mucho en este siglo y por eso necesario más que nunca medidas como ésta. En nuestro mermado estado del bienestar resulta imprescindible una adecuada y justa política de rentas, que nos permita a todos vivir de manera digna de nuestro trabajo. La subida del SMI junto con la renta básica deberían de ser algunos de los pilares de la nueva política social, que tendrá que fortalecerse sobre la base de nuevos impuestos a quienes más riqueza generan. Los trabajadores y trabajadoras vamos a tener cada vez menos margen para pagar más impuestos de nuestros salarios, ya que todo apunta a un modelo donde nuestros salarios se van a igualar por arriba y por abajo. Es decir, todos terminaremos ganando mil euros.

A punto de entrar en la Navidad y con ella en el momento de los buenos deseos, yo me despido de este artículo semanal, confiando en que este país recupere la senda de la estabilidad institucional, con un Gobierno que priorice las políticas de crecimiento y bienestar y ponga sobre la mesa medidas y políticas públicas que mejoren la vida de tanta gente necesitada de esas políticas. Tengo que reconocer que el anuncio del salario mínimo me ha gustado y creo que solo eso y la reforma y estabilidad de nuestro sistema de pensiones justificaría bien una legislatura.

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