Guiones torcidos

01 may 2019 / 09:36 H.

Ninguna historia puede, ni debe, escribirse con guiones torcidos. Y la mayoría de las historias que yo conozco están llenas de ellos. Suele decirse que “cada maestrillo tiene su librillo” y yo he conocido a maestrillos que de ese librillo sólo tenían las pastas, sin ninguna página dentro. Las historias suelen cumplir con su misión cuando los que las leen son capaces de aprender de ellas, aprovechando lo que tengan de positivo y prescindiendo de lo que pudiera ser negativo. Hago esta reflexión porque, casi a principio de esta temporada futbolística, di una opinión sobre el inadecuado sistema de entrenamiento de los jugadores del Real Jaén, desconocido, impropio de un club de la estructura y aspiraciones del jiennense. Dije que ojalá el tiempo no me diera la razón. Y estoy preocupado porque el devenir de la Liga me la está dando. Y eso no es bueno para el club jiennense. La ausencia de actitud y planteamiento ante el Antequera puso la guinda al dilema del club blanco, que ha cuajado una temporada brillante en resultados pero insulsa en juego. El hecho de que el Real Jaén no haya podido vencer a ninguno de los tres equipos que le siguen en la tabla —excepto al Linares con apagón incluido— da que pensar sobre la auténtica potencialidad del plantel. Y digo plantel porque no se puede hablar a estas alturas de un equipo base determinado en el que poder descargar la confianza. La base de una masa social muy superior a todos los demás equipos que compiten en el Grupo 9 ha deparado que se tenga un plantel mejor porque, aunque el sistema de entrenamiento del Real Jaén no me parezca el pertinente, el de sus rivales es aún más precario. Pero en cuanto un adversario se esforzó, superó y se plantó con cierto criterio sobre el césped, dio muchos quebraderos de cabeza al equipo jiennense.

Estamos en la recta final de un camino que lleva al despertar feliz de un sueño y me preocupa esta actitud vacilante que ofrece el equipo blanco cuando más fortaleza y convicción se necesitan. Y para lograr esa solidez hay que trabajar con criterio. No se puede dejar perder esta oportunidad y, en estos momentos, la afición empieza a dudar. Pues no, hay que ser firmes y consecuentes. Hay que pensar y hacer las cosas bien. Y, aunque algunas deficiencias ya no se pueden mejorar, al menos debe recurrirse al amor propio, a la entrega abnegada, a la chispa incansable para poner feliz colofón al proyecto.