Tiempos de infodemia

24 abr 2021 / 14:10 H.
Ver comentarios

Ya hace más de un año desde que apareciera la covid en nuestras vidas y aún no conocemos en profundidad esta enfermedad que se está cobrando tantas vidas. Sin duda este desconocimiento ha provocado una gran alarma social y una cantidad de información desmesurada que genera y sigue generando en la población incertidumbre, angustia y hasta desesperación. Por todos los medios de comunicación sin excepción han desfilado epidemiólogos, inmunólogos virólogos e investigadores de todo tipo con opiniones muchas veces contradictorias que no han ayudado a buscar las soluciones más adecuadas. Parece meridianamente claro que encontrar expertos y voces autorizadas en un una enfermedad totalmente desconocida hasta hace un año es una tarea complicada. Pero, al fin y al cabo, son personas que tienen conocimiento (no exacto) del tema. Si a esto le unimos las informaciones que se divulgan desde otros escenarios por personas consideradas como “no expertas”, se ha generado una cantidad excesiva de información que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha venido en conceptualizar como “infodemia” que consiste en una cantidad excesiva de información (en algunos casos correcta y en otros no) que dificulta que las personas encuentren fuentes fiables y orientación fidedigna cuando las necesitan. Capítulo aparte merece la clase política que podríamos encuadrarla en la categoría de “expertos en nada” y, sobre todo, nada expertos en covid, que pretenden calmar a la ciudadanía pero sin aportar soluciones efectivas.

Hemos asistido a decisiones políticas totalmente diferentes en zonas del país con situaciones similares, a la suspensión de unas actividades y otras no. Se han suspendido las clases en colegios y universidades para después volver a reanudarlas indicando que los centros educativos son seguros cuando fechas atrás eran un foco de contagio. Se han vacunado a docentes de infantil, primaria y secundaria pero no a los docentes universitarios (al parecer son inmunes). Se ofrece información sobre el número de personas fallecidas que al día siguiente son desmentidas según intereses y así podría continuar con un rosarios de acciones incontroladas que confunden a la ciudadanía y no solucionan nada. Una cuestión es informar de manera clara y, sobre todo, tranquilizadora y otra generar un constante alarmismo con coeficientes que la gran mayoría de la población no entiende y que nos está llevando al hastío. Este caos de planificación de las autoridades políticas que afecta a lo local y a lo global no ayudan a contener la expansión del virus ni tampoco la expansión de la desinformación. Pero no olviden que los catalogados más arriba como “expertos en nada” nunca asumirán responsabilidades y siempre atizaran el fuego contra el adversario político. Ante la infodemia que estamos sufriendo es necesario, tanto a nivel colectivo como individual, establecer mecanismos para luchar contra ella apoyando la investigación y la ciencia abierta y reconociendo los datos científicos y la transcripción de los conocimientos. Necesitamos tener acceso a una información veraz, correcta y fácil de entender para mejorar nuestra salud mental que se está viendo afectada de manera considerable. La información, la libertad de información y la libertad de prensa son baluartes sine qua non de una democracia sana y plena. El exceso de información, la información sin un previo ejercicio de contraste y reflexión, una cantidad abrumadora de información sin contrastar, precipitada, incorrecta o directamente sesgada, tergiversada o falsa, supone una puñalada por la espalda a la libertad y a la democracia.

Articulistas