Son 100 pero podrían ser 1.500

    15 oct 2019 / 11:16 H.

    El pasado 19 de septiembre se cumplieron cien días de la toma de posesión de Julio Millán como alcalde de Jaén. Han sido cien días, pero podría haber sido 1.500 o 3.000 porque nada ha cambiado en estos cien días. Las mismas políticas, las mismas dinámicas, las mismas propuestas. Aún huele a gobierno del PP en la Plaza de Santa María.

    Hasta el PP se ha dado cuenta y a duras penas consigue interpretar el papel de oposición, siempre que quiera mantener un poco de coherencia. Incluso han llegado a felicitar al alcalde por ser continuista de sus políticas. De estas tenemos bastantes ejemplos: la más llamativa, las fotos del Concejal de Cultura y Festejos junto con la empresa Tauroemoción alardeando de aumentar el número de festejos e incluir actividades taurinas para toda la familia. O la aplicación de subidas del IBI de forma indiscriminada, calco de las llevadas por el PP en otros momentos.

    En su discurso de toma de posesión, Millán hacía un llamamiento a ser valientes y abandonar la resignación. Pero una vez con la vara de mando en la mano y con sus socios neoliberales al frente de las áreas económicas, manifiesta que se hace lo que se puede. Sin plan, sin hoja de ruta, sin modelo de ciudad, cabalgando sobre el tiempo a lomos de los clásicos de la ciudad: Tranvía, ciudad sanitaria, ciudad de la justicia..., proyectos que son anuncios de “inversiones que llegarán pronto” desde hace décadas. Eso sí, ahora de la mano de la Diputación. No es novedad en el PSOE usar la estrategia de hacer la campaña hablando de cambio y gobernar manteniendo lo destruido por la derecha (ley mordaza, reforma laboral, desahucios, precios del alquiler...). Es todo un clásico del partido hablar de izquierdas ante las urnas y luego gobernar desde lo “sensato”. Julio Millán nos hablaba de dar puñetazos en la mesa y ahora se esconde para que apenas le salpique la gestión que no tiene proyectado cambiar.

    He de reconocer que estos cien días se me han hecho muy largos. Podrían haber sido 1.500 o podrían haber sido 3.000, como si este mandato ya fuera antiguo y solo quedara ver con sopor la misma escena reinterpretada, con el PP haciéndose el defensor de los derechos y estrenándose en movilizaciones y el PSOE mandando callar al público que asiste a los plenos. Y es que el turnismo de aquellos que no vienen a cambiar nada, que se ceden el puesto como los ciclistas en un pelotón, de aquellos que solo defienden lo que ya está, provocan en parte de la sociedad un grave ataque de narcolepsia.

    Pero, por suerte, hay otra ciudadanía que no se duerme y que nos señala, ciudadanía superjoven que nos interpela para que se rompa con esta rueda de cansancio institucional. Por suerte, están las mujeres que no se resignan a seguir aguantando el “status quo” que las mata y las margina. Por suerte, hay una sociedad que ya conoce el juego de intercambio de partidos y tiene decidido plantarle cara y está dispuesta a espabilar a la más pintada. Y ese va a ser nuestro papel, ser herramienta de quienes no se resignan, de quienes no les queda más remedio que ser valientes, que todo lo que tienen son derechos y dignidad. Esa gente de la que se esconde Julio Millán, como anteriormente lo hizo Javier Márquez, como anteriormente lo hizo José Enrique Fernández de Moya.