Sociedad cibernética

Que vamos a toda velocidad hacia una sociedad en la que predominan los ordenadores, los robots y las conexiones por internet, rápidas y potentes, es algo que nadie discute. Nuestro entorno cultural y mental esta cambiando a nuevos parámetros, inusuales y desconocidos, que nos impiden hacer proyecciones de futuro y prever los problemas de su uso excesivo. En efecto, el primero es la pérdida progresiva de libertad. Creamos poderosas máquinas que nos controlan y de qué manera. Ponemos aplicaciones en nuestro teléfono móvil que nos revisan el número de pasos que damos, los lugares que visitamos, las horas de buen sueño nocturno que tenemos, el calendario y los eventos a los que hemos de asistir, los objetos que compramos, tanto los adquiridos como por adquirir, los restaurantes y bares frecuentados, las bibliotecas y librerías que visitamos y otros objetos de consumo y nos vigilan si realizamos las tareas en el teletrabajo. Todos nuestros movimientos quedan registrados e incluso la lente fotográfica del teléfono sirve para grabar nuestros movimientos e interlocutores. Ya lo advirtió Aldous Huxley en Un mundo feliz en 1932. Pero nosotros ni caso; vamos a toda velocidad hacia esa distopía.