Sin ira
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La literalidad no existe. Si lo hiciera no se podría decir, por ejemplo, eres el hombre o la mujer más bonita del mundo, o como la tortilla de patatas de mi madre no hay otra. Ni eso ni ninguna otra cosa; porque, a Dios gracias, todo cuanto pulula sobre la faz de la tierra se halla al amparo de las aristas de cada persona, en esa maravillosa subjetividad que, en innumerables ocasiones, se erige en...
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