Simplemente la vida

    05 jun 2022 / 16:00 H.
    Ver comentarios

    Cuando suena la corriente, agua lleva; o eso dicen... La vida nos enseña a base de golpes, muchas veces lo he dejado escrito por aquí, quien me lee lo sabe. Pero hay veces que a pesar de los golpes nos cuesta aprender, y volvemos a caer. Me decía una amiga que caemos en los mismos errores porque no hemos aprendido la lección. Puede ser. Y es cierto. Porque la vida nos deja vivir una y otra vez lo mismo hasta que somos conscientes de que eso sí o eso no. Al darnos cuenta, abrimos los ojos de tal forma que suele caerse el mundo encima. Nos sentimos decepcionados y decepcionadas. Nos convertimos en seres agotados que vivimos llevados por las aguas que nos golpean o nos acarician, según la marea. Hasta que un día, sin saber cómo ni por qué ni por dónde, abres de golpe los ojos, tu cabeza pega un giro y ves la claridad de una forma que asusta. Nos vienen a la cabeza situaciones y cosas que pensábamos que teníamos superadas o que ni tan siquiera recordábamos.

    Recuerdos de la infancia te abruman por tanta lectura y piensas: “Eso es lo que me pasa a mí”. Pero no, lo tuyo es simplemente que no aprendiste la lección que la vida intentó darte. Y ahora te das cuenta. Es duro percatarse de golpe y a ciegas de las mochilas que cargas y que quizás no te corresponden, y a pesar de ello, no te atreves a soltarlas. Y cargas, y cargas.

    Hoy lo sé. Hay cosas que no sanan y repetimos una y otra vez la misma historia, sin darnos cuenta. Pero hoy, gracias a muchos profesionales, he aprendido a detectar qué sí y qué no, qué me hace bien y qué me mata, qué quiero de verdad y qué es una simple ilusión. No podemos dejarnos llevar por el instinto, porque el instinto está manchado de experiencia, y muchas veces la experiencia no sabes manejarla en términos positivos.

    Tengo motivos y personas para agradecer. Fran, que me abrió los ojos; Marga, Miriam, Juani, Ana, Juani de Biología, Gregorio, Patricia, Casi, mi madre, el vikingo, Andrea, Gema, África... Y muchos más que no podría nombrar porque necesitaría tres artículos en este diario... A la familia propia, que a veces no me comprende y siempre está a pesar de todo y de todos. Y a la familia de rugby, imposible salir de este bache sin ellos y ellas. Jamás habrá palabras y acciones para agradecer lo que siento.

    Insisto una vez más en lo difícil que es acompañar a aquellas personas que sufren una enfermedad mental; para quien lo padece es una experiencia de altos y bajos, pero para quien está alrededor es simplemente una tortura incomprensible.

    Articulistas