Soledad sonora

    05 abr 2020 / 16:22 H.
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    La soledad sonora que estos primeros días de cuarentena primaverales inundan todos los ámbitos de la vida cotidiana, ese silencio que se percibe en calles, plazas que se paraliza en los gestos, en las miradas asustadas y perdidas. He renunciado en pro de mi paz interior a la saturación informativa, a estar permanentemente conectado. Hay silencios que te hablan. Una de las cosas que me ha enseñado estos días ha sido la paciencia. Esta me hace renunciar a muchas cosas: a salir, a la normalidad y, a la vez, a interiorizar y caer en la cuenta que el primer objetivo es frenar esta pandemia, el segundo valorar la vida y todo lo que tenemos llevándonos a un conocimiento más profundo de nosotros mismos que, a veces en el ruido y la vorágine, no llegamos a descubrir. A esta crisis sanitaria seguirá otra económica y no estaría mal que entrásemos también en una crisis de conciencia: la revisión de nuestra vida basada, en gran parte, en una frívola despreocupación de todo lo que nos afecta a todos, a lo común. Quizás nos hemos pasado de optimismo con respecto al progreso, creíamos estar instalados en la futuro y de la noche a la mañana nos vemos en una especie de Edad Media. Recuerdo las aleccionadoras palabras de un jesuita, profesor mío:” Cuando miro al pasado siempre aflora la culpabilidad, cuando lo hago al futuro se despierta en mí ansiedad y preocupación; he descubierto que solo soy un presente y que no hay nada más emocionante que festejar la vida que tengo. Esa es la realidad que he descubierto en el silencio y la soledad” Ahí queda eso.

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