Si esto no se arregla

08 feb 2020 / 11:17 H.
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Si hay un sector especialmente sensible y que requiere de la intervención y control público, ese es el agroalimentario. Esa sensibilidad es aún mayor cuando el cultivo en cuestión es el núcleo de la economía de una provincia, como es el caso del olivar y Jaén. El agricultor se afana por producir lo máximo y en las mejores condiciones de eficiencia. Durante el año realiza diferentes labores de poda, fertilización y riego, luchando contra factores naturales con el objetivo de obtener el máximo de producción. Sin embargo, su orientación al cliente se limita como mucho a la calidad, o variedad. A diferencia de otros sectores, no puede adaptar la producción a las cantidades que demandan los consumidores. En el sector primario no pueden pulsar el interruptor de la producción y decir hasta aquí hemos producido hoy que ya están los pedidos atendidos. Cuando toca la recolección los gastos se multiplican, mucho más en el olivar tradicional, ese que da empleo y fija la población. Y ahí no queda la cosa, después ha de transportar el fruto a una almazara en la que de forma colectiva habrá de soportar los gastos de fabricación y comercialización del aceite. El mercado, ante un exceso de oferta, impone un precio que genera pérdidas económicas y financieras a este eficiente productor. Los distribuidores engordan sus márgenes cuando sus proveedores los acucian con vaciar las bodegas, pero apenas reducirán el precio de venta pues no van a vender más por ello. Es lo que se denomina en economía la elasticidad precio-demanda. La demanda es inestable cuando un cambio en el precio tiene un efecto pequeño en la cantidad consumida. Es decir, las familias van a consumir el mismo aceite si está a 2,5 como si está a 2,2.

Esto se da con mayor incidencia cuando la distribución está en manos de pocas empresas que respetarán sus cuotas sin ceder un céntimo al consumidor, y mucho menos al productor. Este tipo de imperfecciones deben ser intervenidas para evitar la ruina del sector y de la provincia. ¿Cómo es posible que no funcionen los mecanismos de almacenamiento? Su activación no ha generado incremento en los precios ¿se está controlando la entrada de aceite de otros países y los parámetros de calidad? ¿Cómo es posible que un país aliado imponga aranceles a un alimento si procede de uno de los países de la Unión Europea y no se mueva ni un dedo para evitarlo, y nos vengan con historias de aviones? ¿Acaso los principios del Tratado de Roma quedan supeditados a los intereses de quienes tienen como capital Roma? ¿Cómo es posible que no se hayan ajustado los índices de rendimiento tributario del olivar? ¿Cómo es posible que no se controlen y se impongan sanciones a los envases rellenables? ¿Cómo es posible que no se conozcan casos de mezclas de aceite y que se sancionen ejemplarmente? ¿Cómo es posible que en la provincia de Jaén no haya ni un solo laboratorio oficial de análisis químico y sensorial del aceite de oliva? ¿Por qué motivo no hay refinerías de aceite en la provincia? ¿Quiénes son los más interesados en que se produzca aceite lampante? ¿A quién molesta el panel de cata? Jaén trabaja, y calla, se despuebla, se deshabita, se desangra, se empobrece, hasta decir basta. Cada uno sabe lo que nos jugamos. Hasta aquí hemos llegado. Si esto no se apaña, no habrá ni para cañas.

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