Ser joven, vale todo

Llegó una pandemia, nadie lo esperaba, el mundo estaba algo preparado para guerras y terremotos, huracanes y grandes tormentas, pero hete aquí que vino a atacarnos un minúsculo bicho, algo tan pequeño se ha devenido en meteorito. Y ese virus, maldita sea su estampa, se ensañó con todos, aunque fueron, y son, los mayores los más frágiles. Esos mayores que lo dieron todo por nosotros, ven como grupos de jóvenes, incluso adolescentes, mezquinos y egoístas, ponen de nuevo en riesgo el frente de batalla que es contener la pandemia y sus efectos. Esos ancianos no comprenden nada, incluso se culpan de habernos educado mal, cuando no fue así, de no habernos enseñado el valor de la solidaridad, aún cuando ellos vivieron épocas en las que dieron ejemplo de solidaridad a raudales. Los nietos van a lo suyo, con la juventud como excusa; como a ellos el bichito no los mata, quien venga detrás que arree. Solo falta que esos abuelos vean a sus hijos premiar la actitud de sus vástagos estos días, una proceder que nos pone en riesgo a todos y a muchos les irá la vida en ello. Miserables.