Septiembre se acerca

    03 ago 2020 / 16:30 H.
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    A riesgo de que me tachéis repetitiva, y no os falta razón, tengo que volver a lo mismo. El tiempo corre, ya estamos en agosto, queda prácticamente un mes para que los niños y los adolescentes vuelvan a las aulas; queda menos de un mes para que el profesorado se reincorpore a sus centros de trabajo... Y todo sigue igual. Incertidumbre y nada más. La vuelta al cole se ha convertido en una mosca cojonera para la Consejería de Educación, que hace oídos sordos, que ha cogido una posición de “a verlas venir” y que se convierte en tema de sobremesa recurrente en las calurosas tardes de estos días. No sabemos qué ocurrirá en septiembre, pero sí sabemos que a día de hoy son las directivas de los centros, el profesorado y las familias las que manifiestan a gritos que los centros educativos no están preparados para una vuelta al cole segura con respecto a esto del coronavirus. Las aulas masificadas no ayudan, dejar caer la total responsabilidad de la organización y la garantía de no haber riesgo a las directivas no ayuda, decir que los docentes somos alarmistas no ayuda, entregar treinta mascarillas y dos botes de gel hidroalcohólico no ayuda... El escaso interés que la Consejería está prestado a la educación es alarmante y hasta humillante. Se llevó a cabo el plan de refuerzo estival, que se empeñan en decir que ha sido un éxito, cuando no lo ha sido, y sabemos que ha habido casos de contagio y de profesionales de la educación, trabajadores y alumnado en cuarentena; sabemos que con aulas despobladas si las comparamos con el día a día del curso se han producido casos de riesgo; sabemos que esto es nuevo para la ciudadanía y que todo lo que quieran vendernos quienes ostentan los sillones cómodos del poder... Pero también sabemos que esto se veía venir y que si bien en marzo nos pilló de sorpresa, ahora en septiembre debería haber un plan real para afrontar esta situación. Pero no. No ha sido así. La Consejería de Educación solo piensa en dar “conciliación” a las familias y se olvida del papel fundamental de la escuela. Porque, mire usted, son las empresas las que concilian, no la escuela. Porque la escuela está para aprender y para formar personas críticas, no para entretener a la descendencia mientras los progenitores se curran con total dignidad el pan de sus casas. La conciliación no es cuidar a la prole. La conciliación va más allá, pero esto es tema de otro artículo y de cientos y cientos de páginas que se podrían escribir. En los últimos días han sido las directivas de los centros quienes han manifestado su miedo e incertidumbre ante la situación que se avecina. Han dejado claro que es inviable llevar a cabo un plan que garantice la seguridad porque las ratios son elevados, el número de profesorado es mínimo, las instalaciones son obsoletas, las ayudas son nulas y, sobre todo, ellos no tienen que ser responsables de algo que debe serlo la Consejería. Se oye por ahí que los profesores y los maestros no quieren volver al aula, porque es más cómo estar en casa. Pues, mire usted, el trabajo desarrollado por el profesorado en general durante el confinamiento no es que solo se haya multiplicado por cien, sino que además cada uno de los docentes, al igual que cada uno de los alumnos, han tenido que garantizar sus medios personales y su economía para que los discentes pudieran seguir avanzando en su aprendizaje. Hemos atendido tanto la educación reglada como la educación emocional. Hemos buscado bajo tierra al alumnado que no daba señales de vida. Hemos recibido y contestado correos y mensajes a cualquier hora del día, hemos rellenado un sinfín de papeles que la situación de confinamiento nos ha exigido, “la nueva burocracia”, hemos desatendido a nuestros hijos en pro de nuestra labor docente. Y, a todo esto y para más humillación, en las redes sociales de la Consejería se agradece al programa infantil de televisión autonómica “La Banda” la gran labor realizada durante las “teleclases”... ¡Tócate un pie!

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