Sentimientos inconfesables

    18 ene 2022 / 16:38 H.
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    Toda la ilusión del mundo cabe en la sonrisa de un niño, sobre todo si ha tenido el privilegio, y la suerte, de crecer rodeado de amor. Sin embargo, al madurar no es extraño que, de manera continuada y creciente, experimentemos esa emoción, mezcla de sorpresa y pena, a la que comúnmente llamamos decepción. A diferencia del arrepentimiento, que surge de dentro, aquella proviene siempre del exterior. Como dijo el poeta irlandés W. B. Yeats: “La vida es una larga preparación para algo que nunca ocurre”. Aspiraciones inalcanzables, sueños frustrados, amigos hipócritas, amores indeseables o sentimientos inconfesables nos causan un fiasco tras otro, tanto peor cuanto mayor fuera la expectativa o más querido el personaje. Pero lo más interesante de esta emoción es que, a menudo, es bidireccional. El causante y el agraviado, que esperaban más de la otra parte, se intercambian los papeles, de tal suerte que ambos quedan igualmente decepcionados. En definitiva, que cada uno va a lo suyo menos yo, que voy a lo mío... Es a la vez fascinante y deprimente descubrir la endeble calidad del alma humana, ya que son muchas las ocasiones en las que contestamos “el placer ha sido mío” cuando, en realidad, pensamos “la decepción ha sido mutua”.

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