Sensaciones en Semana Santa

    13 abr 2022 / 16:04 H.
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    Las sensaciones de la Semana Santa despertaron, ese el dulce sonar de una flauta que llora en la serena noche luminosa de estrellas, o el suave terciopelo de ese largo lamento de la bella azucena toxiriana, el trémulo fulgor de un palio que se mece, y ese sentir jaenero de los estudiantes, a su madre María, que derrama sus lágrimas en el pañuelo de una plaza que la mima con piropos de tuna. Desde el frío pavimento a los más altos balcones todo se ha transformado. Este año, por fin, la gris tormenta ha dejado que volvamos al son de tus latidos, percibir el compás de los sentidos en un nuevo susurro de emociones, de versos se han vestido tus calles, tus esquinas... ha vuelto el canto alegre que entonan las despiertas golondrinas, ese dulce sonido de tus quietas mañanas, de tus atardeceres rosas. En las torres se columpian los metálicos sones, en las andas, los pasos y los tronos una voz dirigiendo bellas notas con su voz portentosa. Una oración sentida en los varales que el hombro va meciendo, el chocar de las férreas horquillas y los leves suspiros entre las bambalinas de un palio que cobija a la Madre que llora. El incienso suspira y deshace su aroma en un poema dulce, mientras pinta en el aire una estela de llanto silencioso. El turíbulo danza con la blanca armonía de un sonido de plata que se deja escuchar cuando la procesión se ha detenido. La campana de un paso para que siga andando la Señora y vierta en su pañuelo lágrimas de sabor de caramelo, porque no se ha perdido la esperanza, aunque la muerte pinte de nardo el rostro santo del lirio nazareno. Sonidos de pisadas que hollan el pavimento derramando la cera de morados suspiros. Al ver serenas sus manos amarradas y en su faz su mirada que te habla y sientes sus palabras, el eco que despierta en tu alma un manantial de estrofas perfumadas. Oh mi Jesús amado, que pasas preso de Amor herido y cautivado. Un tambor tristemente llorando en la amargura de un Cristo que la vida ha entregado entre sombríos hachones. Esa marcha tranquila de Chopin que se deshace en las esquinas al paso del Señor amortajado, se lo llevó la muerte entre lirios morados. Y la túnica de bordados de historia, el suave terciopelo recamado de bellas sinfonías viste Jesús de los descalzos descalzado, el Señor de Jaén que pasa con su marcha enamorado.

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